martes, 13 de octubre de 2009

Razones en pro del oro.

Muchos economistas – entre ellos algunos norteamericanos – estiman que es inevitable una vuelta al patrón-oro, aunque sea en forma atenuada. Las tesis a favor del oro, entre otras, son las siguientes:

1) que el papel del oro no puede ser ocupado por ninguna divisa, incluso por el dólar (pues el oro es moneda mundial, mientras el dólar es un signo monetario nacional, sometido a los cambiantes de la economía norteamericana);


2) que el oro, y sólo él, permite pagar correctamente las cuentas internacionales, sin depreciaciones inherentes a las devaluaciones monetarias (como en el caso de las cuentas en libras, en 1931 yen 1949);


3) que el oro es una sólida barrera contra la inflación monetaria y la de los precios, evitando así la relación de intercambio desfavorable entre distintos países o, al menos, la atenúa;


4) que el oro no es el único responsable de la crisis económica mundial de 1929-33, sino la contradicción entre una producción creciente (productividad) y la participación decreciente del obrero en su producto; 5) que el oro corrige, expande o comprime una economía en función de mecanismos autorreguladores, creando automáticamente la deflación de precios, cuando la inflación hace perder a un país la competencia en el mercado mundial.


El retorno al patrón-oro pudiera ser inevitable antes de lo que piensan algunos tecnócratas de la ciencia económica. Los Estados Unidos no podrán detener ese proceso, ni con su inmensa riqueza, que es transitoria y relativa, en virtud de la ley de desarrollo desigual de país a país, no estando USA a salvo de una gran crisis económica, si el dólar no evita su perdición definitiva, si no compite eficazmente en el mundo.


A la escala de un socialismo libertario universal, el oro debería figurar en los museos de antigüedades. Pero mientras rija el capitalismo de Estado, en el Este, y el capitalismo privado, en el Oeste, el oro no lo será todo, pero es necesario para todo como patrón de valor universal de cambio y de reservas de divisas estables, no tan depreciables como el rublo, el dólar, el yen y las eurodivisas.


El oro puede volver a regir los cambios internacionales como sucedía hasta 1914, y como patrón – oro hasta la Gran Depresión 1929-33 (libra) y 1934 (dólar), mientras el mundo no sea un solo país, exista la propiedad privada de los medios de producción, las nacionalidades y la economía mercantil como base comercial de intercambio de los valores económicos. A favor del retorno al régimen del oro, como patrón de valor estable de las relaciones económicas internacionales, abundan muchos argumentos a su favor;


a) es una moneda universal que intercambia todas las mercancías, compara todos los precios y condensa mucho valor en poco espacio;


b) no es demasiado escaso ni muy abundante, ni se altera con el tiempo;


c) si un país pierde oro por el comercio mundial, ello le obliga a bajar sus precios de exportación para ganarlo, cosa que no hace el dólar;


d) el retorno a la disciplina del oro corregiría los excesos del dólar, cuya expansión económica no es equilibrada, sino a costa de endosar deudas por muchos miles de millones de dólares, en divisas, a otros países, millones que es imposible convertir en oro;


e) es imposible que el papel, que cumplía el oro en la economía mundial, lo ocupe ahora el dólar;


f) el dólar al persistir en la congelación del precio del oro tuvo que decretar en 1974, su incorvertibilidad unilateral, dejando así de ser moneda-talón-oro-mundial.


La crisis del dólar está llamando a las puertas de Wall Street. El hecho de que los particulares hayan atesorado – en el mundo – muchos miles de millones de monedas – oro, en onzas-oro, en Europa, indicaría que no hay confianza en el dólar, ni en monedas fuera del patrón-oro.


La inflación – cáncer de las sociedades sin patrón monetario de valor estable – destruye las clases medias económicamente débiles: proletariza en masa a la pequeña burguesía, a quienes tienen ingresos fijos, etc. A la larga, la inflación debe dar, con el partido del descontento, la Revolución Social que puede superar los mecanismos capitalistas de producción y distribución, pesado estorbo contra el progreso económico y tecnológico, por mantener un sistema económico depresivo crónicamente.


Sin patrón de valor estable para las relaciones internacionales, la economía mundial está amenazada por una deflación brutal: caída de los precios de las materias primas por falta de liquidez (oro y divisas fuertes), particularmente en los países del “Tercer Mundo”. ¿Cómo explicar, a la luz de la lógica económica, que los precios internos norteamericanos variaran de 100 a 230, entre 1939 y 1964, mientras que el dólar seguía teniendo el mismo valor en oro? ¿Cómo aceptar que los precios de exportación de los países subdesarrollados estén internacionalmente algo más altos que en 1939, mientras +los precios norteamericanos son 2, 3, 4, 5… veces más elevados? Bajo esta relación de intercambio desfavorable, el imperialismo económico gana lo que pierden los países afro-asiáticos y latinoamericanos. Ello no sucedería con patrón – oro, ya que la ley del valor de cambio regiría igualmente para todos. He ahí porque no quiere volver al régimen del patrón – oro el capitalismo de Wall Street, porque hace la ley y la trampa en el Fondo Monetario Internacional.


Al desalojar al oro como contenido de todas las monedas nacionales, unificadas en él internacionalmente, según las reglas del patrón-oro, el dólar y la libra esterlina por medio del Fondo Monetario Internacional (FMI) impusieron sus divisas como patrón de valor internacional, pero si éstas abundaban en el mundo, no se comprometían a recuperarlas con oro, pudiendo así evitar obligadas devaluaciones, cuando su paridad de poder adquisitivo bajaba, en el interior, sin que el dólar, por ejemplo, descendiera su valor-oro simbólico en el exterior. De esta manera, el dólar ha ido amontonando deudas exteriores en euro-dólares, petro-dólares, “swaps”, sin que se haya tenido que devaluar sensiblemente, ya que a los norteamericanos se les han presentado sus grandes deudas irrecuperables en oro como créditos o inversiones en títulos del Tesoro, acciones u obligaciones de sus empresas multinacionales.


La burguesía manchesteriana y, en mayor grado, la burguesía neoyorquina, han manipulado los mecanismos cambiarios, monetarios, el oro y las divisas, como un negocio peculiar del capitalismo anglosajón, sirviéndose del FMI como instrumento de manipulación monetaria al servicio del dólar y de la esterlina, pero ahora más de aquel que de ésta, desde que Inglaterra perdió su imperio, el primer puesto en el comercio mundial y la marina de guerra británica, está en un lugar de segunda potencia.


Para mantener la dictadura del dólar sobre el oro, a fin de que éste no suba en precio como todos los demás precios de bienes y servicios, Estados Unidos quiso congelar el precio del oro a sazón de 35 dólares por 1 onza de 31,1 gramos de metal fino. En este sentido, creó el “pool del oro” aportando el 50% de sus reservas aúreas, y el resto otros países europeos feudatarios de Estados Unidos. El “pool” del oro comenzó a funcionar en 1961, pero ante el alza incontenible de los precios del oro por encima de 35 dólares feneció en 1968 no pudiendo satisfacer la demanda de metal amarillo a un precio congelado, a fin de que el dólar pudiera mantener su ficticia valoración de 0,888 milígramos de metal fino.


Aparentemente, despreciar al oro como patrón-monetario es tomar una actitud norteamericana, o por mejor decir keynesiana, pero la verdad es que la sustitución del oro por el dólar ha constituido el ascenso irresistible de la burguesía neoyorkina para dominar la economía mundial con su divisa omnipotente y omnipresente y con sus empresas multinacionales.


El patrón-dólar, suplantando al patrón-oro o al talón de cambio-oro (gold Exchange Standard), le ha dado a la divisa norteamericana el $ dinero mundial y, en cierto modo, el poder mundial, ya que Estados Unidos, sin recuperar sus euro euro-dólares y petro-dólares, sus créditos o empréstitos en el exterior, puede financiar un rearme fácil con el dinero de todos los ahorristas del mundo, cosa que no puede hacer la Unión Soviética.


La burguesía imperial norteamericana, negándose a revaluar el oro, a retornar al patrón-oro, ha hecho del dólar su instrumento monetario de dominación económica mundial. En este orden de ideas, pudiera afirmarse que el dólar practica una teoría económica nominalista, en virtud de la cual esta divisa imperial no vale una parte determinada de oro, sino lo que ella quiere valer como moneda de Estado, sin compromiso alguno para recuperar sus déficit de balanza de comercio exterior. De esta manera, los euro-dólares, los petro-dólares y otros dólares-déficit de cuentas exteriores, son como “marcos de ocupación”, en la época de Hitler, que retiraban consumo, en los países ocupados, y no aportaban nada de producción, de moneda solvente, convertible, transferible y recuperable o pagable. Así, pues, los privilegios del dólar, en el FMI, y los del rublo, en el COMECON, constituyen el exponente económico de los Estados imperiales, contrarios a la equidad entre las naciones.

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