domingo, 20 de septiembre de 2009

PEDRO J. PROUDHON O LA ANARQUÍA CONTRA LA JERARQUÍA.

Pedro J. Proudhon (1809-1865): Nacido en el seno de una familia pobre de trabajadores, Proudhon tuvo una infancia más cerca de la pobreza que de un relativo bienestar económico. Así, pues, su educación fue penosa por falta de útiles escolares y de libros; pero, no obstante, conseguía ser clasificado como uno de los mejores alumnos. Y estudiando y trabajando al mismo tiempo, añadiendo sus horas de estudio a las de corrector de pruebas, primero, y, luego, de cajista de imprenta, en Besancon, consiguió el título de bachiller, en 1838, aunque en 1837 ya había escrito su primera obra: Ensayo de gramática general.

Sin embargo, a pesar de este origen de clase, más bien proletario que pequeño-burgués, Proudhon fue tildado por Marx de "no tener el suficiente coraje ni la clarividencia para elevarse aunque no fuera más especulativamente por encima del horizonte burgués". (Miseria de la filosofía). Pero, en verdad, el "petit bourgeois", si no por su pensamiento si por su práctica, era Carlos Marx; hijo de un abogado rico que se permitía pagar los estudios de us hijo otorgándole 700 táleros, cuando las familias más ricas alemanas sólo daban a sus hijos unos 500. Por otra parte, Marx se caso con Jenny von Westphalen, hermana de un ministro e hija de una de las familias aristocráticas alemanas. En cambio, Proudhon, cuando ya era un escritor famoso, habiendo publicado varias obras que le daban un prestigio intelectual, se casó en 1849 con Eufrasia Piegard, obrera bordadora.

Criticando despectivamente el libro de Proudhon, Sistema de las contradicciones económicas o filosofía de la miseria, Marx, en su Filosofía de la miseria, decía de Proudhon, que "su libro no era más que el código del socialismo pequeño burgués, aunque Proudhon fu anatematizado, como archirrevolucionario a la vez por los economistas y los socialistas de entonces. Es por lo que más tarde, yo no he mezclado jamás mi voz con los que proferían grandes gritos sobre su "traición a la revolución".

Entre Proudhon y Marx chocan dos concepciones diferentes de la emancipación del pueblo trabajador: una, federalista, autogestionaria, libertaria; otra, centralista, de "ejércitos industriales" en las fábricas nacionalizadas, haciendo del Estado totalitario el dueño de todo. En este orden de ideas, Proudhon se anticipa a lo que sería el Estado soviético con estas palabras: "...el comunismo (estatal) no comprendió siquiera la naturaleza y el destino del Estado; al apoderarse de esta categoría a fin de darse a sí mismo cuerpo y cara, sólo vio el lado reaccionario de la idea, y manifestó la impotencia al tomar por tipo de organización industrial el de la policía. El Estado - dijo - dispone soberanamente del servicio de sus empleados, a quienes alimenta, alberga y pensiona; luego puede ejercer también la agricultura y la industria alimentando y pensionando a todos los trabajadores. Mil veces más ignorante que la economía política, el socialismo (estatal) no ha visto que al hacer entrar en el Estado las demás categorías del trabajo, convertía a los productores en improductivos; no comprendió que los servicios públicos, precisamente porque son públicos o ejecutados por el Estado, cuestan mucho más que lo que valen; que la tendencia de la sociedad debe ser a disminuir constantemente su número, y que lejos de subordinar la libertad individual al Estado, es el Estado (...) al que debemos someter a la libertad individual". (Sistema de contradicciones económicas. Cap. XII).

Para Proudhon el socialismo auténtico se concreta en la propiedad social, la igualdad económica, la superación del salario, la participación directa del pueblo en el autogobierno, el respeto a los derechos y a las libertades fundamentales del hombre, sin centralismo ni Estado totalitario, con federalismo y democracia directa. En cambio, para Marx, no hay liberación del proletariado sin la mediación del Estado protector constituido en representante del interés general. He aquí, al respecto, su programa (los puntos 5 al 8) del Manifiesto Comunista:

"5. Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo.
6. Centralización en las manos del Estado de todos los medios de transporte.
7. Multiplicación de las manufacturas nacionales, de los instrumentos de producción, roturación y mejoramiento de tierras según un plan de conjunto.
8. Obligatoriedad del trabajo apra todos, organización de ejércitos industriales, en particular para la agricultura".

Increíblemente, los puntos 5) y 6) del Manifiesto Comunista los ha realizado la burguesía y la pequeña burguesía europeas conduciendo gobiernos social-demócratas, demo-liberales y demo-cristianos bajo formas de empresas mixtas o nacionalizadas, sin que por ello haya sido creada una sociedad socialista, ya que los obreros han seguido siendo tan asalariados bajo el Estado-patrón como bajo patrones privados. Y en cuanto a los puntos 7) y 8), antes indicados, la nacionalización de la tierra, de las empresas, de los bancos, de los medios de producción y de cambio, no ha creado el socialismo y, menos aún, el comunismo; pues los trabajadores soviéticos, del campo y de las ciudades, producen para el Estado, usurpador de la plusvalía como los capitalistas occidentales.

Proudhon (tachado de utopista y pequeño burgúes por Marx, Engels, Lenin, la tecnocracia socialista y la burocracia soviética) tenía muy claro que el Estado-empresario, como sustituto del empresario burgués, no emancipaba jamás al proletariado mientras este no organice su trabajo, le pertenezca el capital y el autogobierno de la sociedad, liberada del Estado. Sin propiedad social de los medios de producción (si el Estado es dueño absoluto de la economía, del capital y de la tierra, de los medios de comunicación por medio de la prensa, la radio y la televisión, de la ciencia y la cultura, además, de los tribunales, de las fuerzas armadas y de la policía), no puede haber socialismo sino capitalismo de Estado, burocracia totalitaria, dueña de los bienes y de las cosas, por medio de un Partido único y de un Estado totalitario.

En realidad, (para evitar la dictadura económica de la burguesía y la dictadura política y económica de la burocracia, ya tomemos como referencia al capitalismo de monopolio norteamericano o al capitalismo de Estado soviético) sólo hay un medio socio-económico y político: la propiedad social autogestionada, el autogobierno como forma de democracia directa. Así puede haber programación de la economía autogestionada por medio de federaciones de industria integradas en un consejo nacional de la economía, dentro de un mercado autogestionado (liberado de intermediarios onerosos) entre trabajadores libres asociados con sus medios de producción, entre consumidores no manipulados por la publicidad y los monopolios capitalistas o por las burocracias centralistas que lo planifican todo y lo deciden todo sin el pueblo trabajador, como sucede en la U.R.S.S.

El socialismo de Proudhon no excluye la libertad, no ofrece menos libertad política y económica que la democracia burguesa, porque de ser así sería un falso socialismo, cosa que ha sucedido en la Unión Soviética, donde hay menos libertad que en las democracias representativas occidentales y tanta desigualdad económica como en éstas. A la luz de la lógica, la revolución soviética es contrarrevolucionaria; pues no hay libertad de prensa, palabra, reunión y manifestación; existían en 1985 diferencias de salarios muy desiguales entre los que cobraban 80 y 100 rublos por mes (viviendo en el mínimo de subsistencia) y los que perciben 1000 rublos (disfrutando holgadamente de la vida) por pertenecer a la burocracia política o a la tecnocracia de las empresas estatales.

"El problema del reparto - expresa Proudhon - no lo abordó de frente ningún escritor socialista; y la prueba de que esto es así, está en que todos concluyeron como los economistas, declarando imposible una regla de reparto. Los unos adoptaron por divisa: a cada uno según su capacidad, ya cada capacidad según sus obras; pero se guardaron según ellos, la medida de la capacidad y la del trabajo. Los otros añadieron al trabajo y a la capacidad un nuevo elemento de valuación, que es el capital, o por mejor decir el monopolio, y probaron una vez más que eran unos plagiarios serviles de la civilización por mas que se hiciesen notar por sus pretensiones a lo imprevisto. Por último, se formó una tercera opinión, para huir de esas transacciones arbitrarias, sustituyendo el reparto por la racion y tomando por epígrafe: a cada uno según sus necesidades teniendo en cuenta los recursos sociales. De este modo, el trabajo, el capital y el talento, quedan eliminados de la ciencia; al mismo tiempo se suprimen la jerarquía industrial y la competencia; además, la distinción de los trabajadores en productivos e improductivos, se desvanece porque todo el mundo es funcionario público; la moneda queda definitivamente proscrita, y con ella todo signo representativo del valor; el crédito, la circulación, la balanza de comercio, no son más que palabras vacías de sentido bajo este imperio de la fraternidad universal. ¡Y yo conozco personas de verdadero mérito que se dejaron seducir por esta simplicidad de la nada". Sistema de las contradicciones económicas. Cap. XII, párrafo VI).

Aunque es un poco abstrusa esta explicación del reparto del excedente económico producido por el trabajo, se deduce que, en el modo de producción estatista soviético, se reparte según la calidad y la cantidad del trabajo de cada uno, "pero los burócratas se guardan muy bien de especificar la medida de la capacidad y la del trabajo", ya que unos reciben mucho y otros, poco, siendo así el "socialismo soviético" un capitalismo con respecto a la distribución desigual de la riqueza creada por el trabajo asalariado. En cuanto al modo de producción capitalista, de la plusvalía generada por el trabajo asalariado, se atribuye la mayhor parte de la mismaal capital del empresario, al sistema de monopolios económicos, al interés bancario, a los impuestos para el Estado, a los ingresos percibidos por comerciantes y toda clase de personal improductivo. En un sistema socio-económico basado en dar a cada uno según sus necesidades, pero teniendo en cuenta los recursos disponibles, pudiera ocurrir que la producción fuera igual al consumo no quedando así un ahorro necesario para inversión y reproducción ampliada del capital social. Para evitar el estancamiento económico, tecnológico y científico, necesariamente en un socialismo libertario, habría que cuantificar la producción y el consumo, conocer exactamente la capacidad de producción y los límites apropiados del consumo, llevando una contabilidad en unidades físicas y monetarias estables, a fin de no tomar los deseos por realidades.

Ahora bien, un socialismo libertario puede transformar, per ono eliminar voluntariamente, las leyes económicas objetivas hasta que nos e alcanzase una economía de abundancia de bienes y servicios, gracias a una prodigiosa productividad del trabajo automatizado, que permitiría superar la economía política y sus categorías de producción escasa, consumo desigual, insuficiente inversión, baja productividad del trabajo, desarrollo económico, cultural y tecnológico desigual entre la ciudad y el campo y remuneración desigual entre trabajo manual e intelectual. Mientras todo esto dure, los hombres parecerán iguales, pero unos serán en salarios, sueldos o ingresos, más remuneraso que otros, dejando así subyacentemente clases, castas o "grupos sociales", que no ha podido superar el socialismo de Estado, donde unos cobran salarios muy altos y otros muy bajos.

Para que haya justicia social y equidad entre los hombres, hay que ponerla riqueza en común y abolir el sistema del trabajo asalariado, creando una economía autogestionaria que suprima la explotación del hombre por el hombre a condición de que el excedente económico generado por el trabajo asociado, uniendo el capital, la técnica y el trabajo en la empresa autogestionaria, sea revertido a los trabajadores emancipados del capitalismo privado o de Estado.

Sobre la injusticia social del trabajo asalariado, Proudhon plantea el mecanismo económico de su superación en el porvenir:

"El salario del trabajador -aclara- no rebasa casi su consumo corriente y no le asegura el salario del día siguiente, mientras que el capitalista encuentra en lo producido por el trabajador una garantía de independencia y de seguridad por su porvenir.

"Así, pues, este fermento reproductor, este germen eterno de vida, esta preparacion de un fondo e instrumento de producción, es lo que el capitalismo le debe al trabajador, y que no le devuelve jamás; y es esta denegación fraudulenta lo que constituye la indigencia del obrero, el lujo del ocioso y la desigualdad de condiciones. Es en esto, sobre todo, que consiste lo que se ha llamado la explotación del hombre por el hombre". (Qu'est-ce que la propieté? p. 216.

Mientras el obrero sea sometido a un régimen de producción asalariado, ya sea bajo el modelo del capitalismo occidental o de capitalismo de Estado soviético, no habrá liberación de los trabajadores, obligados a producir para clases parasitarias, opresoras y explotadoras. Mediante la propiedad social de los medios de producción y de cambio, en forma de empresas autogestionarias od e interés social, tiene que ser superado el salariado por un ingreso variable de las unidades de trabajo asociado, en el sentido de que si éstas producen más excedente económico, si aumentan su productividad, obtendrán más ingresos personales de acuerdo con el resultado del colectivo de trabajo. Tal podría ser inicialmente, un sistema libertario autogestionario, a condición de abolir el trabajo asalariado, de tal suerte que no se apropie la plusvalía el emrpesario privado o el Estado-empresario. Ellon no quiere decir que la sociedad autogestora libertaria no participe en el excedente económico de las empresas a nivel de autogobiernos locales, regionales o del autogobierno nacional, que con las federaciones de producción y de servicios integradas en un Consejo de Economía Nacional, constituirían un doble federalismo: administrativo, de los autogobiernos; y económico, de las federaciones de industria. Así habría planificación con participación popular a todos los niveles de decisión: locales, comarcales, provinciales, regionales y nacionales, dentro de un federalismo político y económico, en un espacio geo-económico y geo-político nacional, o universal, cuando las naciones unidas lo fueran de verdad, transformando las empresas multinacionales en federaciones autogestionariaws universales. Y así, cuando el mundo fuera un solo país, se habrían acabado las guerras nacionales y las guerras mundiales, los desarrollos económmicos y tecnológicos desiguales de continente a continente, dando al mundo un crecimiento económico paralelo y proporcionado; sin países ricos ni pobres, lo que constituye otra forma de la lucha de clases entre los pueblos, determinativa de las guerras nacionales o mundiales.

El federalismo, como condición del socialismo, la democracia directa como su expresión política y la emprsa autogestionaria, cooperativa, mutualista, de interés social, permiten la participación directa de todo el pueblo, no ocasionalmente en unas elecciones para elegir políticos profesionales, sino para gestionar directamente, sin las "élites" del Poder, sus empresas agrícolas, industriales y de servicios, sus autogobiernos. Todo ello, coordinado por un eficiente federalismo económico y auto-administrativo, sin lo cual el socialismo es burocrático u otra forma del capitalismo, pero de Estado.

"El feudalismo mercantil e industrial -dice Proudhon- se propone consagrar por medio del monopolio de los servicios públicos, del privilegio de la instrucción, de la extremada división del trabajo, del interés de los capitales, de la desigualdad del impuesto, la degradación política de las masas, la servidumbre económica o el salario; en una palabra, la desigualdad de condiciones y de fortunas. La federación agrícola e industrial, por el contrario, tiende a acercarse cada día más a la igualdad por medio de la organización de los servicios públicos prestados al más bajo precio posible por otras manos que las del Estado, por medio de la reciprocidad del crédito y de los seguros, por medio de la garantía de la instrucción y del trabajo, por medio de una combinación industrial que permita a cada trabajador pasar de simple peón a técnico y artista, de jornalero a maestro". (El principio federativo. Cap. XI.).

La economía de nuestra época es mucho más grande, teniendo muchos más productos y servicios sociales y públicos, muchas más ramas de industria que en los tiempos de Proudhon, pero se puede cuantificar en unidades métrico universales y en unidades monetarias (no muy fiables). Así, en un socialismo autogestionario, federativamente integrado en un Consejo Supremo de la Economía Nacional, donde estuvieran representadas todas las federaciones agro-industriales, de servicios sociales y públicos, el autogobierno nacional sería una administración sin opresión en beneficio de todos, no teniendo que administrar a los hombres por medio del Estado. Y como la informática o la telemática, los ordenadores centrales y terminales contarían con una información global sobre las partes y el todo, la programación económica, con participación de todos, sustituiría a la planificación burocrática, donde unos pocos mandan y los demás obedecen, ya sea con economía dirigida (Oeste) o con economía central planificada (Este). Los ordenadores, bien informados, con cifras y datos fidedignos, sin ocultar como ahora, las rentas parasitarias de las burguesías o de las burocracias, pueden sustituir a los políticos de nuestro tiempo, aprendices de maquiavelos, que prometen lo que nunca cumplen para engañar al pueblo.

Sólo el autopoder y no el Estado, a todos los niveles de decisión y participación popular, puede emancipar a los trabajadores a condición de unir en las empresas autogestionarias y en las federaciones de industria, de producción y de servicios, el capital, la técnica y el trabajo, integrados en una empresa de todos, donde se resuelvan los viejos conflictos de clase.

Hay, pues, que reemplazar la empresa monopólica o la empresa estatal por una empresa autogestionaria de propiedad social, que produzca a precios económicos sin cargar las plusvalías percibidas por las burguesías o de las burocracias totalitarias; hay que superar una vez por todas la lucha de clases, el antagonismo entre el capital y el trabajo en una empresa autogestionaria; hay que sustituir al Estado por el autogobierno informatizado y desburocratizado, en base a que todos los jóvenes cumplan programas de estudios gratuitos hasta los dieciocho años, alcanzando un nivel en ciencias y letras, en informática, en educación cívica, que los faculte para poder ejercer su participación con suficiente educación, en las empresas de gestión directa y en los autogobiernos de democracia directa.

El Estado burgués (Oeste) y el Estado burocrático (Este) son opuestos al interés general de la sociedad; ambos derrochan, por mantener el Estado-Nación, una parte bastante importante de su producto interno bruto en financiar la interminable carrera de armamentos; dedican lo más avanzado de la ciencia y de la técnica y miles de sabios, técnicos, ingenieros e investigadores a fabricar armas químicas, bacteriológicas, atómicas, espaciales, láser y otros armamentos de destrucción masiva, no para que progrese el mundo, sino para aniquilarlo. Por consiguiente, el Estado-Nación (imperial, nacional o regional) debe ser sustituido por la Federación, en el sentido proudhoniano, y no por "la dictadura del proletariado" en el sentido staliniano. El Estado, en el mundo burgués, dilapida el excedente económico de las naciones: impuestos, pagos por la deuda pública, subsidios a empresas ineficientes, subsidios de paro para diferir la crisis y no para resolverla. Así la inflacción monetaria descompone todo el sistema económico de un capitalismo que tiene ya fuerzas productivas para vivir en un socialismo autogestionario, pero que se empeña en mantener un modo de producción obsoleto, anacrónico, impropio de las técnicas, las ciencias y las fuerzas productivas avanzadas de nuestgro tiempo. El Estado burocrático según el modelo soviético, no supera la lucha entre las naciones del llamado "mundo socialista" donde pueden estallar tantas revoluciones y guerras como en el mundo capitalista. En consecuencia los dilemas de la humanidad son: Federación mundial o guerra mundial: socialismo autogestionario o lucha de clases: derecho al trabajo para todos o propiedad para unos pocos; propiedad social o desocupación en masa; autogobierno (barato e informático) o gobierno caro y malo.

El pueblo tiene que autogobernarse sin delegar sus poderes; el sistema parlamentario clásico está fracasado; es el régimen de la burguesía y la clase media parasitarias, que restan los capitales más nobles para inversión a fin de procurar un régimen económico, sin paro obrero, con plena ocupación. No hay necesidad de reforma electoral para reformar la sociedad -como decía Proudhon-, sino de una democracia directa, de un federalismo económico, auto-administrativo, de cooperación y de autogestión en las empresas.

El problema del hombre asalariado, con capitalismo convencional o con capitalismo de Estado (disfrazado de socialismo) reside, no en cambiar una clase dominante por otra, un gobierno burgués por un gobierno "socialista", sino en hacer un cambio de modo de producción y no de ideologías, en el sentido de entregar las empresas y el excedente económico producido en ellas, no a la burguesía occidental o a las burocracias orientales, sino a trabajadores libres asociados con sus medios de producción. En este orden de ideas, respecto al excedente económico producido por el trabajo asalariado, Proudhon aclara:

"He demostrado por la teoría y por los hechos el principio de que todo trabajo debe dejar un sobrante; pero este principio, tan cierto como una proposición aritmética, dista de ser una realidad para todo el mundo. Mientras que por los progresos de la industria colectiva, cada día de trabajo individual da un producto cada vez mayor, y, mientras que, por una consecuencia necesaria, el trabajador, con el mismo salario, debería ser cada día más rico, hay en la sociedad clases que obtienen un beneficio, y otras que van decayendo; trabajadores de doble, triple, céntuplo salario, y trabajadores con déficit; por todas partes, al fin, gentes que gozan y gentes que sufren, y, por una monstruosa división de las facultades industriales, individuos que consumen y no producen." (Sistema de las contradicciones económicas. Cap.II. Subtítulo III).

En la Unión Soviética, evidentemente, todos parecen trabajadores, pero unos trabajan más que otros; unos lo hacen intelectualmente; otros, materialmente; unos (los privilegiados de la "Nomenklatura") cobran "doble, triple y céntuplo sueldo" respecto a otros. Se crea así una distribución del producto material (creado por los obreros de la ciudad y los trabajadores del campo) muy desigual económicamente, en virtud de una división social del trabajo consistente en que unos mandan y otros obedecen; unos, perciben rentasw elevadas; otros salarios en el límite de la ley de bronce o del mínimo de subsistencia.

A la luz de los hechos, ¿quien es "pequeñoburgués"? ¿Marx, que hace protagonista de la sociedad socialista al Estado (bajo forma de "dictadura de la burocracia del Partido único"), o Proudhon, que basa la liberación de los trabajadores en la gestión directa de sus empresas sin dependencia del Estado-patrón? El tiempo ha demostrado que era menos utópico, en cuanto cómo alcanzar el socialismo, el utopista Proudhon que el "científico" Marx.

Marx (que no se liberó de su maestro Hegel tanto como él creía) hizo del Estado, como los ideólogos de la burguesía, el "representantes del interés general", cuando realmente sólo lo es de la burguesía misma como clase dominante, en defensa de su propiedad del capital. En caunto al Estado "socialista", ideado por Marx, conducido por la clase media ilustrada por medio del Partido comunista, resulta ser un Estado de clase, pero de la clase obrera, sino de la burocracia y la tecnocracia, de los que tienen el saber y que por eso mismo acaparan el Poder. En este sentido el Estado "socialista", según el modelo soviético, es el monopolio de los dirigentes del Partido único, todos ellos, salvo raras excepciones, extraidos de las capas de la clase profesional: abogados, economistas, ingenieros, técnicos, científicos de toda clase y tipo; políticos profesionales, que permanecen en sus cargos por tiempo indefinido, mariscales y generales del ejército y de la policía política; profesores y escritores o periodistas repitiendo a coro lo que dice el Líder providencial. Los cuadros dirigentes del partido comunista bolchevique, antes de la Revolución de 1917, eran hijos de la burguesía liberal o profesional, comenzando por Lenin. Actualmente, los dirigentes del PCUS, como nota dominante pertenecen a la "intelligentsia": las universidades soviéticas, más que las occidnetales, no están al servicio de los trabajadores, sino para formar una "nueva clase dirigente" que se relaciona en sus puestos de mando y se casa entre sí, constituyendo así más una casta que una clase con movilidad social.

El socialismo de Estado, denunciado por Proudhon, Bakunin y Kropotkin, ha resultado un socialismo de los intelectuales, de la pequeña burguesía constituida, gracias a la dictadura soviética, en "nueva clase dominante"; una "oligarquía roja" aspirante al poder universal mediante un capitalismo de Estado, en la esfera nacional, y un hegemonismo militarista, en la esfera internacional, lo cual constituye un serio peligro de guerra mundial.

Tanto el socialismo de terciopelo, occidental, (de los gobiernos social-demócratas o socialista de Occidente), como el socialismo soviético (bajo la dictadura total de la burocracia) son, en realidad, ideologías de la clase media, de la pequeña-burguesía, hipócritamente hablando a la izquierda para tenr una vida regalada, gracias a la plusvalía succionada a los trabajadores, ya sea en un país tan "progresivo" como Suecia o tan totalitario como Rusia; el resultado es el mismo, ya sea con socialismo burgués o con marxismo-leninismo.

El mérito de Proudhon consiste, a pesar de sus creencias sobre el "Banco de Cambio" y de los "bonos de trabajo" como posibilidad de emancipación de los trabajadores (aún dentro del capitalismo o sin revolución social), en que, casi con un siglo de adelanto, advirtió que los abogados, políticos e intelectuales de izquierda, pretendían un socialismo más para disfrutarlo ellos, con su ascenso al Poder, que los trabajadores, como viene sucediendo en el Oeste bajo los gobiernos social-demócratas, laboristas y socialistas, y, en el Este, con la burocracia soviética y cía.

No obstante , Proudhon fue menos partidario de la acción revolucionaria que Bakunin y Kropotkin, ya que confiaba en producir un gran cambio socio-económico en virtud del mutualismo. En este orden de ideas, Kropotkin, luego de considerar el individualismo anarquista de Max Stirner, o muy subjetivo y poético, en los escritos de Nitzche, al referirse al mutualismo, dice:

"La otra rama de los anarquistas individualistas la forman los mutualistas, en el sentido de Proudhon. Sin embargo, siempre se alzará contra este sistema la objeción de que dificilmente podría ser compatible con un sistema de propiedad común de la tierra y de los medios de producción. El comunismo en la posesión de la tierra, las fábricas, etc.; y el individualismo en la producción son ideas demasiado contradictorias para coexistir en la misma sociedad; por no hablar ya de lo dificil que sería calcular el valor de mercado y el valor de venta de un producto según el tiempo medio necesario, o el tiempo realmente invertido para su producción. Poner de acuerdo a los hombres en un cálculo tal de su trabajo exigiría ya una profunda penetrafción del principio comunista y sus ideas, al menos para todo producto de primera necesidad. Y si una comunidad introdujese, como posterior concesión al individualismo, un pago superior para el trabajo especializado o posibilidades de un ascenso a una jerarquía de funcionarios, esto reintroduciría todos los inconvenientes del sistema salarial de hoy que los trabajadores intentan destruir". (Folletos Revolucionarios, p. 195. Tusquets editor. Barcelona. 1977).

Realmente, esta profecía de Koprotkin se ha cumplido en la Unión Soviética, donde la jerarquía política en als empresas y en los escalones burocráticos del Estaod, así como los salarios desiguales entre obreros y ejecutivos de empresas, ha reintroducido el capitalismo, pero de Estado, aunque llamándolo comunismo o socialismo, impropiamente, semánticamente, pero no realmente. Y es que en la primera fase de la sociedad autogestionaria que siga la capitalismo no debe de haber diferencias de ingresos personales muy desiguales, ni tampoco educacionales, ya que de esa manera el capitalismo se reproduciría en el "socialismo" como una Hidra de cien cabezas. Ahora bien, mientras no se haga paralelamente a la revolución social una revolución científica y cultural para borrar las diferencias entre trabajo manual e intelectual, esa Hidra de reproducción del capitalismo en el "socialismo" sería su signo y su destino.

Proudhon fue genial en muchas de sus obras, criticando a los falsos revolucionarios y socialistas, pero tenía una gran dosis de utopismo y de reformismo imposible. A este respecto dice Bakunin:
"Proudhon, a pesar de todos los esfuerzos que ha hecho para sacudir las tradiciones del idealismo clásico, no por eso deja de ser toda su vida un idealista incorregible, inspirándose -como le dije dos semanas antes de su muerte- ya en la Biblia, ya en el derecho romano, siendo metafísico hasta el extremo. Su gran desgracia está en no haber estudiado jamás las ciencias naturales y en no haberse apropiado su método. Ha tenido instintos de genio que le hicieron entrever el camino justo; pero, arrastrado por los malos hábitos, idealistas de su espíritu, volvió a caer siempre en los viejos errores: lo cual hizo que Proudhon haya sido una contradicción perpetua, un genio vigoros, un pensador revolucionario que se debatió siempre contra los fantasmas del idealismo, que no llegó jamás a vencerlos.

"Marx como pensador -agrega Bakunin- está en el buen camino. Ha establecido como principio que todas las evoluciones jurídicas de la historia son, no como las causas, sino los efectos de las revoluciones económicas. Es este un grande y fecundo pensamiento que no ha inventado absoutamente nada: ha sido entrevisto, expresado, en parte, por otros antes que él; pero, en fin, a él le pertenece el honor de haberlo establecido sólidamente y de haberlo planteado como base de todo un sistema económico. Por otra parte, Proudhon había comprendido y sentido la libertad mucho más que él. Proudhon cuando no hacía doctrina o metafísica, tenía el instinto del revolucionario: adoraba a Satanás y proclamaba la anarquía. Es muy posible que Marx pueda elevarse teóricamente a un sistema todavía más racional de la libertad que Proudhon, pero carece del instinto de la libertad; es, de pies a cabeza, un autoritario".

Bakunin hace este análisis sincero de Proudhon y Marx, sin que la pasión ideológica no le deje ver la lógica de la razón, sabiendo diferenciar a uno y otro por sus obras y sus hechos, su conducta, su "praxis". Y la historia ha demostrado que el autoritarismo de Marx, propio del ser humano alienado en el Estado, como Hegel expresa en su Fenomenología del espíritu, ha conducido a la dictadura de la burocracia soviética, que se dice marxista-leninista, aunque sea más lo último que lo primero.

"Marx -dice Bakunin en un manuscrito francés de 1871 - estaba mucho más adelantado que yo, cmoo lo está aún hoy; no más adelantado, sino que es incomparablemente más sabio. Yo no sabía entonces nada de economía política. No me había deshecho todavía de las abstracciones metafísicas, y mi socialismo no era más que de instinto. Él, aunque más joven que yo, era ya un ateo, un sabio materialista, un socialista consciente. Fue, precisamente en esa época, cuando elaboró los rpimeros fundamentos de su sistema actual. Nos vimos bastante a menudo, pues yo lo respetaba mucho por su ciencia y su abnegación apasionada y seria; aunque siempre mezclada con la vanidad personal hacia la causa del proletariado, y yo buscaba con avidez su conversación siempre instructiva y espiritual, cuando no se inspiraba en mezquinos odios, lo que ¡ay! sucedía a menudo. Nunca, por consiguiente, hubo intimidad franca entre nosotros. Nuestros temperamentos no lo permitían. el me llamaba idealista sentimental y tenía razón".

Así pues, la polémica entre Marx, por un lado, y Bakunin y Proudhon, por el otro, obedecía a dos concepciones distintas del mundo: una, libertaria; otra, autoritaria; como la historia ha demostrado posteriormente, en las revoluciones marxistas-leninistas, totalitarias y por ello contrarrevolucionarias, finalmente.

sábado, 19 de septiembre de 2009

MIGUEL BAKUNIN O EL PENSAMIENTO Y LA ACCIÓN

Miguel Bakunin (1814-1876). Aunque hijo de familia aristocrática, habiendo sido oficial de artillería del ejército del Zar, Bakunin, que renunció a este cargo, optó por la filosofía, yendo a Alemania, donde fue discípulo de Fichte (1836), de Hegel (1837) y de Schelling (1840); pero se dio cuenta pronto de que los filósofos alemanes interpretaban el mundo, pero no lo transformaban para hacerlo mejor humana y socialmente.

El principio hegeliano de que todo lo real es racional, incluyendo la racionalidad y existencia del Estado, incluso del Estado absoluto, en el cual queda alienado el súbdito, conduce a un statu quo en que el Estado se coloca sobre la sociedad civil para oprimirla y extorsionarla. Disintiendo con esa visión totalitaria, Bakunin comienza a cuestionar las ideas de dinastía, patria, nación, rey, soberanía del monarca y soberanía de las clases dominantes sobre las clases dominadas. En consecuencia, no puede ser justa una sociedad en la que una pequeña minoría acaudillada por el jefe del Estado, la nobleza, la burguesía, las instituciones jurídicas, religiosas y militares, opriman a la inmensa mayoría de la población constituida por los obreros y los campesinos.

Frente a la oligarquía terrateniente, a la burguesía industrial, mercantil y financiera, a la burocracia de Estado, Bakunin expone con principios de socialismo y federalismo libertarios, la democracia directa de los trabajadores auto-organizados en sus empresas y de los ciudadanos en sus autogobiernos, rechazando a las burocracias y las tecnocracias como substitutas de las viejas clases dominantes, mediante el Estado-patrón o providencial, como lo entendían los partidarios del socialismo estatal.

"Pretender que un grupo de individuos, aun los más inteligentes y mejor intencionados, han de ser capaces de convertirse en el alma, en el pensamiento, en la voluntad dirigente y unificadora del movimiento revolucionario y de la organización económica del proletariado de todos los países es una herejía tal contra el sentido común y contra la experiencia histórica, que uno se pregunta con asombro cómo un hombre tan inteligente como Marx haya podido concebirla". (Obras, tomo IV, pp. 342-43, 72).

Más adelante, Bakunin, adelantándose a lo que sería el modelo de socialismo burocrático, dice: "Pienso que Marx es un revolucionario muy serio, sino siempre muy sincero, y que realmente desea el alzamiento de las masas. Y me pregunto cómo se las arregla para no ver que el establecimiento de una dictadura universal-colectiva o individual, de una dictadura que haría de algún modo las veces de ingeniero jefe de la revolución mundial, ordenando y dirigiendo el movimiento insurreccional de las masas de todos los países tal como se dirige una máquina, que el establecimiento de una dictadura como esa, digo, bastaría por sí sólo para matar la revolución, para paralizar y falsear todos los movimientos revolucionarios".(...)" ¿Y qué pensar de un congreso internacional que en nombre de un presunto interés de esa revolución le impone al proletariado de todo el mundo civilizado un gobierno investido de poderes dictatoriales, con el derecho inquisitorial y pontificial de suspender federaciones regionales e intervenir naciones enteras en nombre de un supuesto interés oficial que no es otra cosa que el pensamiento del señor Marx, transformado en verdad absoluta por el voto de una mayoría ficticia. " (Obras, Tomo IV, pp 72, 315, 349).

Tal es la política de la burocracia soviética, con su doctrina marxista-leninista, con la doctrina de la "soberanía limitada" en los países del COMECON, luego de las represiones ordenadas por el Kremlin en Hungría (1956), en Checoslovaquia (1968) y la invasión de Afganistán (1979). Todo lo cual, sin citar otras situaciones similares, prueba de que Bakunin tenía razón, al proponer un socialismo federativo, libertario, descentralizado, autogestionario, en que el pueblo trabajador y no los dirigentes, los tecnócratas y burócratas, fuera el sujeto de la historia.

Frente a las tesis de los economistas tecnócratas, como Keynes, Schumpeter y Galbraith, en Occidente, o Liberman y cía., en Oriente, y contra el falso liberalismo de Hayet, Friedman y von Mises, es justo y racional proponer la acción revolucionaria para constituir una sociedad diáfana, liberada de la burguesía, la aristocracia, la burocracia y la tecnocracia mediante un socialismo libertario, federativo, autogestionario, basado en la igualdad económica y en la libertad política, sin división del trabajo manual e intelectual. Bakunin previó claramente, en el siglo XIX, que el socialismo administrado por las burocracias y las tecnocracias conduciría a dictaduras, a nuevas formas de capitalismo, con un Estado total, cosa que se produjo, en el siglo XX, en Rusia, donde los patrones privados han sido sustituidos por el Patrón-Estado; la aristocracia y la burguesía zaristas, por la burocracia; la Iglesia, por el Partido único.

Bakunin, anticipándose a lo que sería el Estado marxista-leninista, no como "el estado de todo el pueblo" según la ideología soviética, sino como instrumento de opresión y explotación de los trabajadores, dijo proféticamente!:

"...el Estado no es otra cosa que la garantía de todas las explotaciones en provecho de un pequeño número de felices privilegiados, y en detrimento de las masas populares. Se sirve de la fuerza colectiva y del trabajo colectivo de todo el mundo, para asegurar la felicidad, la prosperidad y los privilegios de algunos, en detrimento del derecho humano de todo el mundo. Es un establecimiento en que la minoría desempeña el papel de martillo y la mayoría el yunque". (Primera conferencia a los obreros de Saint-Imier).

Realmente, con estas palabras, Bakunin pronostica que el socialismo burocrático, que tiene el Estado total como nuevo Dios, es el órgano de poder absoluto de una minoría, en nuestra época de la "Nomenclatura", de los pocos que mandan en la Unión Soviética, que hablando de la dictadura del proletariado han establecido la dictadura de la burocracia: justamente, el Estado no debe estar sobre la sociedad civil; así no se emancipará nunca mientras el Estado sea todo y ella, nada.

En 1873, luego del ensayo de autogobierno de la Comuna de París de 1871, Bakunin plantea que la dictadura transitoria marxista, que media entre el capitalismo y el socialismo, es una argucia política, puesto que tiende a su perpetuación, lo cual se ha demostrado en siete décadas de existencia del régimen soviético.

Según Bakunin, "los marxistas afirman que sólo la dictadura transitoria -la de ellos, evidentemente- puede crear la voluntad del pueblo. Nosotros les respondemos: ninguna dictadura puede tener otro objetivo que el de perpetuarse; ninguna dictadura puede crear y desarrollar en el pueblo que la sostiene otra cosa que la esclavitud; la libertad sólo puede ser engendrada por la libertad".

Las tecnocracias y burocracias de Occidente, siguiendo a economistas como Keynes, Schumpeter y Galbraith, y las "nomenklaturas" de Oriente, que son neo-stalinistas, quieren hacer del Estado-providencia su empresa monopolista de poder económico y político absoluto, a fin de extorsionar el excedente económico al pueblo trabajador, al que hablan de "democracia" y de "socialismo"; mientras, las burocracias políticas y las tecnocracias empresariales viven como "nuevos capitalistas" o como la "nueva burguesía".

El problema esencial en el cambio del capitalismo al socialismo no reside en la propiedad del Estado, de un Estado-patrón que asalaría a los obreros como en la URSS, ya que tanto da sufrir la explotación asalariada de varios patrones que de un sólo patrón: el Estado, que por ser el único empresarioi suprime el derecho de huelga, a fin de aumentar la tasa de plusvalía a niveles que nunca pudieron hacerlo los empresarios privados, teniendo los obreros el derecho de huelga.

El gran problema socio-económico, cultural y científico, en el paso del capitalismo al socialismo, esa etapa de transición durante la cual "el Estado debe revestir la forma de dictadura del proletariado", según Marx y Lenin, es que el Estado burocrático, monopolio del partido único, no perece sino que amplía más su poder absoluto, como ha sucedido en la Rusia soviética, donde los consejos autogestionarios de empresa, las milicias de autodefensa y los soviets (como autogobiernos), han sido sustituidos respectivamente por los directores nombrados por el Estado y no por los trabajadores, por el ejército regular y la policía política KGB en base al desarme del pueblo, por los órganos de poder político autocrático del PCUS.

Bakunin desenmascara al poder burocrático "a la capa más civilizada, superior o acomodada del movimiento obrero, esa capa de obreros casi burgueses de los que precisamente quieren valerse para constituir la cuarta clase gubernamental y que es capaz de verdaderamente llegar a formar una clase si no se la ordena en interés de la gran masa del proletariado-, porque con su bienestar relativo casi burgués, por desgracia no ha dejado de ser profundamente penetrada por todos los prejuicios políticos y sociales y todas las estrechas aspiraciones y pretensiones de los burgueses. Podemos decir que esa capa es la menos socialista y la más individualista del proletariado".

"Por flor y nata del proletariado entiendo, sobre todo, esa gran masa, esos millones de no civilizados, de desheredados, miserables y analfabetos, a los cuales los señores Engels y Marx pretenden someter al régimen paternal de un gobierno bien fuerte". (Obras, tomo IV, pp 413, 414, 72).

Mientras no haya, paralelamente a la revolución social triunfante una revolución científico-tecnológica, un ascenso del pueblo trabajador a las escuelas técnicas y las Universidades, sin excepción para nadie, habrá diferencias entre trabajo manual e intelectual, entre burocracia política y pueblo trabajador, lo cual creará una clase de privilegiados y otra de obreros incultos, asalariados, oprimidos y explotados. Así las cosas, nunca desaparecería la "Nomenklatura": "burguesía roja", surgida de la cuarta clase gubernamental, denunciada por Bakunin en el siglo XIX.

Sin un nivel equitativo de cultura, de educación científica y tecnológica, toda revolución es "elitista" y, finalmente, contrarevolucionaria, como ha sucedido en la Rusia soviética, donde la tecnocracia, en las empresas del Estado, ha sustituido a los empresarios privados, a la burocracia política, a la pequeña y gran burguesía. Así las cosas, el pueblo trabajador, que no accede a las Universidades y Escuelas Técnicas, que se casa entre familias proletarias, mientras la tecno-burocracia se casa y relaciona en su estamento social, crea una sociedad desigual económica, política y socialmente, ya que sus distintos niveles de educación constituyen su separación, siendo unos productores de plusvalía y otros administradores de la misma.

"Me encantan esos socialistas burgueses -dice Bakunin- que siempre nos gritan: "Primero eduquemos al pueblo y luego emancipémoslo". Nosotros, en cambio, decimos: "Primero que se emancipe, y luego se educará solo" (...) Lo dejáis deslomarse en el trabajo y la miseria y encima le decís: ¡Educaos!

"No, señores. Pese a todo nuestro respeto para el gran problema de la instrucción integral, declaramos que no es, hoy, este el gran problema del pueblo. El primer problema es el de su emancipación económica, que necesariamente engendra a la vez su emancipación política y casi de inmediato su emancipación intelectual y moral". (Obras, Tomo V, pp. 162-168, 69).

La verdad es que si los trabajadores se asocian con sus medios de producción en una empresa autogestionaria, como el poder económico pasa del capital privado o de Estado a manos de los productores directos, realizan así su emancipación económica; y en virtud de este mismo acto, alcanzan todas las posibilidades para su educación científica y tecnológica; para su culturización, en un nuevo tipo de empresa que unifique (sin burgueses, ni burócratas, ni tecnócratas) el capital, el trabajo y la técnica en una empresa no antagónica que supere la lucha de clases, realizando la igualdad entre los hombres mediante un trabajo homogéneo. Se superaría así el socialismo burocrático, que distribuye a cada uno según sus obras o por la calidad y la cantidad de su trabajo, por a cada uno según sus necesidades, ya que todos tendrían el mismo nivel, o parecido, de desarrollo cultural, científico y tecnológico, siendo elegidos y elegibles para todos los cargos todos los hombres, en un socialismo libertario.

En la sociedad futura (bajo el signo de la automatización del trabajo manual y mental, cuando ya la ciencia es un factor inmediato de producción, más si cabe que el capital de baja productividad), la socialización de los medios de producción y de cambio no basta sin la socialización del saber, al alcance de todos los hombres, a fin de que lleguemos a la creación de un trabajo homogéneo, permitiendo igual remuneración para todos, ya que sin igualdad económica no hay libertad, igualdad de condiciones, de oportunidades para todos, sin dejar que las tecnocracias y las burocracias se constituyan en nuevas clases dominantes. En este orden de ideas, Bakunin exige, como condición de toda revolución social, no solo la socialización de la riqueza sino la de la educación:

"Socializar el conocimiento -dice- ponerlo al alcance de todos, hacer de toda persona capaz de comprender, analizar y transformar el mundo es la primera tarea socialista, pues permite la liberación de una forma de dominación, la más abyecta; la de los que saben sobre los que no saben".

Emancipar a los trabajadores del sojuzgamiento del capital, pero sin educarlos científica y tecnológicamente a todos y por cuenta de la sociedad, es dejar una revolución social sin completarse, no haciendo, paralelamente, la revolución cultural, la socialización del saber, en las escuelas técnicas, las universidades y en los laboratorios de investigación, en las empresas donde la ciencia es el factor más efectivo de producción mediante la revolución de las computadoras. Así, con la automatización de la producción más la autogestión de la empresa por los productores directos, se alcanza el socialismo libertario o de autogestión. Pues lo que parecía utopía en el siglo XIX, en la época de Bakunin, es una realidad en los finales del siglo XX, bajo el signo de la cibernética, de la energía nuclear, de la astronáutica, de la robótica que permiten, con más fuerzas productivas, la auto-organización de la Sociedad sin el dominio del Estado opresor y explotador.

Poner la ciencia, la técnica, la cultura, la riqueza social en común constituiría la más importante de todas las invenciones del hombre, porque haría posible para él, no sólo el pleno dominio sobre la naturaleza, sino la aventura faústica de la conquista del espacio sideral. Pues solo cuando el hombre vea la Tierra como astronauta, la verá como su verdadero y único país sin naciones-estados, sin guerras ni luchas de clases.

El hombre, dividido en clases antagónicas, en naciones rivales, en propietarios y en proletarios, entre los que mandan y los que obedecen, entre los que saben y son ignorantes, no tiene emancipación posible, sino simplemente reproducir el mito de Sísifo. El hombre ha de tener todas las posibilidades para su liberación mediante un socialismo de autogestión, en el cual el sea el protagonista de todo y no las clases dominantes que se turnan en el Poder de clase.

"Organizad una sociedad de tal manera- dice Bakunin- que cada individuo dotado de vida, hombre o mujer, pueda encontrar medios los más iguales posible para el desarrollo de sus distintas capacidades y para su utilización en el trabajo; organizad una sociedad que, si bien hace imposible que cualquier individuo explote el trabajo de los demás, no permitirá que nadie comparta el disfrute de la riqueza social (siempre producida únicamente por el trabajo)". (Oeuvres, vol. I, pp. 36-59. París. Stock. 1895).

Bakunin desmitificó el socialismo burocrático, semántico, nominal, exponiendo el socialismo libertario, de democracia directa, autogestionario, sin que las burocracias y las tecnocracias sustituyan en el Poder a las burguesías y a las aristocracias, según el modelo de la "dictadura del proletariado" recomendado por Marx y Engels, realizado por Lenin según el modelo soviético, en que el Estado es todo y la Sociedad, nada. Anticipándose a ese modelo, Bakunin advierte sobre los peligros de un socialismo autoritario, de Partido único y Estado total, sin igualdad económica y sin libertad política:

"La igualdad sin libertad - expresa Bakunin - es el despotismo del Estado, y el Estado despótico no podrá subsistir un solo día sin tener por lo menos una clase explotadora y privilegiada: la burocracia, poder hereditario, como en Rusia y China, o de facto, como en Alemania"...(Nettlau, pp. 248, 68).

El despotismo asiático, como modo de producción estatal de los sátrapas, los faraones, los mandarines, los incas, que tuvo esas clases dominantes sobre la base de la propiedad del Estado, realmente se ha reproducido en la Rusia soviética, pasando así de la servidumbre de los campesinos, en el viejo régimen, a la servidumbre de los obreros, bajo los "zares rojos", de los cuales Stalin es el arquetipo de poder totalitario, uniendo el poder espiritual del Partido con el Poder temporal del Estado, algo que no consiguieron ni los faraones.

Tenía, pues, razón Bakunin al hacer una crítica demoledora de la concepción totalitaria y providencial del Estado de Marx, en cuanto a que no era necesaria la "dictadura del proletariado" durante la etapa de transición entre el capitalismo y el socialismo. Si bien Marx, luego de la Comuna de París de 1871, modificó sus tesis de 1848 en el Manifiesto Comunista, ya que en la Guerra Civil en Francia expresa que la Comuna, al fin, era la forma encontrada por la revolución proletaria, de supresión del poder del Estado, de sus burocracias civiles y militares, en base a la liberación del trabajo, creando un "gobierno barato", ejecutivo y legislativo al mismo tiempo.

"A medida que el progreso de la industria moderna desenvolvía, ampliaba, intensificaba el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo - dice Marx -, el poder del Estado tomaba más el carácter de un poder público organizado con fines de servidumbre social , como aparato de dominación" (....).

"Por eso la clase obrera no puede contentarse con tomar la máquina del Estado tal como es y hacerla funcionar por su propia cuenta" (...).

"Una vez abolido el ejército permanente, la policía, instrumentos materiales del poder del antiguo gobierno, la Comuna se dio como tarea romper el útil espiritual de opresión, el poder de los sacerdotes" (...).

"La Constitución comunal había restituido al cuerpo social todas las fuerzas hasta entonces absorvidas por el Estado parásito que se nutre de la sociedad y paraliza su movimiento" (...).

"Era esencialmente (la Comuna) la forma política, al fin, encontrada que permitiría realizar la emancipación económica del trabajo". (La guerre civile en France, en 1871. Editions Sociales, 1953. Pags. 38-45).

Pero la Revolución Rusa de 1917, donde Lenin decía haber aplicado las tesis de Marx con respecto a la Comuna de 1871, rompió el viejo poder del Estado burgués, pero creó, en su lugar, el Poder totalitario de la burocracia soviética. En este sentido, los viejos generales zaristas fueron sustituidos por los mariscales soviéticos, la vieja policía por la KGB, los viejos patrones por los nuevos directores de fábrica y los destierros a Siberia por los campos de concentración, las cárceles y los hospitales psiquiátricos. ¿Por qué? Sencillamente porque un Estado de clase no debe ser sustituido por otro Estado de clase, sino por un autogobierno, en la política, en la auto-administración, y por la autogestión económica, en las empresas, sin entregar el poder de los antiguos patrones a los directores, a la tecno-burocracia. Pues de esta manera el Poder lo único que hace es cambiar de manos de una clase explotadorea y opresora a otra, aunque no sobre la propiedad privada sino sobre la propiedad estatal, dos tipos de propiedad dentro de los cuales el trabajador asalariado es productor para otro de un excedente económico usurpado en contrapartida de nada por el patrón privado o por el Estado patrón.

Para evitar que las falsas revoluciones populares sean monopolizadas por los intelectuales falsamente izquierdistas y, finalmente, éstas se conviertan en contrarrevolucionarias, Bakunin aclara:

"Hace falta comenzar por establecer una distinción bien precisa entre la autoridad oficial y, por consiguiente, tiránica de la sociedad organizada en Estado, y la influencia y la acción natural de la sociedad no oficial, pero natural sobre cada uno de sus miembros".

"La rebelión contra esta influencia natural de la sociedad es mucho más difícil para el individuo que la rebelión contra la sociedad oficialmente organizada, contra el Estado aunque a menudo ella sea tan inevitable como esta última. La tiranía social, frecuentemente aplastante y funesta, no presenta este carácter de violencia imperativa, de despotismo legalizado y formal que distingue a la autoridad del Estado" (...).

"Pero, yo lo repito, la rebelión del individuo contra la sociedad es una cosa muy diferente que la rebelión contra el Estado. El Estado es una institución histórica, transitoria, una forma pasajera de la sociedad, como la Iglesia misma que es el hermano cadete (del Estado), pero no tiene el carácter fatal e inmutable de la sociedad que es anterior a todos los desarrollos de la humanidad y que, participando plenamente de la superpotencia de las leyes, de la acción y de las manifestaciones naturales, constituye la base misma de la existencia humana" (...).

"No sucede así con el Estado; y no vacilo en decir que el Estado es el mal, pero un mal históricamente necesario, tan necesario en el pasado como será su extinción completa tarde o temprano, tan necesario como ha sido la bestialidad primitiva y las divagaciones teológicas de los hombres".

El Estado no es la sociedad, ya que no es más que una forma histórica tan brutal como abstracta: él ha surgido históricamente, en todos los países, del maridaje de la violencia, la rapiña, el robo, en una palabra de la guerra y la conquista, con los Dioses creados sucesivamente por la fantasía teológica de las naciones. El Estado ha sido, desde sus orígenes y lo sigue siendo todavía hasta el presente, la sanción divina de la fuerza bruta y de la iniquidad humana". (Bakunin, Oeuvres, Stock. 1985. Tomo Ipp. 283-287).

La diferencia entre las tesis de Marx y Bakunin sobre el papel del Estado, en el sentido de que el primero lo considera necesario cmo "dictadura del proletariado" y el segundo, como innecesario para la emancipación del proletariado o de los pueblos en general; luego de un siglo de la muerte de ambos, se evidencia que tenía más razón Bakunin que Marx, ya que las revoluciones de modelo marxista-leninista (soviético), todas ellas se han burocratizado, dejando al proletariado como productor de plusvalía, como siervo del Estado, o mejor dicho, de su burocracia totalitaria.

Mientras los trabajadores no sean gestores directos de sus empresas industriales, agrícolas, de servicios sociales y públicos; mientras no participen en los gobiernos como autogobiernos; mientras no sea socializada la defensa como autodefensa popular (no en línea sino en superficie); mientras los trabajadores tengan el trabajo material y los dirigentes el trabajo intelectual; mientras las ciudades sean avanzadas y los campos subdesarrollados; mientras no haya una nueva división social del trabajo en el sentido de que por la ciencia, la cultura y la técnica para todos, todos sepan hacer todo; mientras el Estado burgués sea sustituido por el Estado burocrático; mientras la sociedad no se auto-organice en el sentido de que el pueblo trabajador sea el sujeto activo de la historia y de la política; mientras todo esto perdure, el pobre pueblo no hará más que cambiar de amos y de albarda. A este respecto, Bakunin tenía más clara la idea de emancipación real del proletariado que Marx: "Ya os he dicho - aclara - que dos grandes acontecimientos históricos generaron el poder de la burguesía: la revolución religiosa del siglo XVI, conocida con el nombre de Reforma, y la gran revolución política de 1789-93. He añadido que esta última, realizada ciertamente por el poder del brazo popular, había sido iniciada y dirigida exclusivamente por la clase media. He de probar ahora que es también la clase media la que se ha apoderado de ella exclusivamente". Y nosotros diríamos: la clase media ilustrada, la tecno-burocracia se ha apoderado de la Revolución Rusa de 1917, ya que el Estado es todo y la Sociedad, nada.

Bakunin fue un hombre de pensamiento y acción conjugados; no se limitó a ser un teórico como Proudhon o un investigador como Marx: su "praxis" era la del revolucionario; sabía que el hombre es un productor cotidiano y se define por su práctica; no bastaba para él criticar a la burguesía y, en la práctica, aceptar la vida burguesa; había que hacer la revolución permanente y derrocar del Poder a la burguesía; suplir al capitalismo con el socialismo de autogestión, para acabar con la explotación del hombre por el hombre.

Bakunin llegó a Leipzig en enero de 1849: preparaba secretamente una sublevación popular en Bohemia; contaba para ello con jóvenes eslavos de Praga. La situación era entonces muy revolucionaria en Europa: Venecia se había levantado contra los austriacos. Los húngaros acaudillados por Kossuth, proclamaban su independencia; pero serían después reprimidos por la Santa Alianza, por las tropas rusas.

El 3 de mayo de 1849 estalló en Dresde una insurrección popular. Los insurrectos mantuvieron la ciudad en su poder durante 5 días. Bakunin fue el alma de la sublevación de Dresde; dispuso las medidas de defensa de la ciudad: una red de barricadas contra las tropas prusianas; él fue en Dresde -según todos los comentarios- el espíritu de la revolución; ejerció un terrorismo que difundió el espanto; llegó a recomendar, para defender las barricadas, que se colocaran en ellas obras de arte, para que los prusianos se vieran compelidos a proceder con menos rigor, no empleando a fondo su artillería.

Bakunin, ante fuerzas prusianas muy superiores, ordenó el repliegue a Freiber, el 9 de mayo, pero su intención era exportar la revolución a Bohemia, con el grueso de sus fuerzas insurrectas para provocar, en terreno abonado, una gran insurrección de los checos contra la dominación de Austria; pero Born, uno de los revolucionarios de Dresde, rehusó hacerlo y licenció a sus tropas. Así, pues, Bakunin era un estratega de la revolución permanente, extendiendo la Revolución hacia Bohemia, desde Alemania.

Marx, que nunca fue favorable a Bakunin, lo admira como al revolucionario modelo de Dresde, expresándose así acerca del gran revolucionario ruso:

"En Dresde, la lucha se continuó durante cuatro días en las calles de la ciudad. Los tenderos de Dresde, la "guardia comunal", no sólo no combatieron, sino que en varias cosas favorecieron la acción de las tropas contra los insurrectos. Estos se componían, casi exclusivamente, de obreros de los distritos manufactureros circundantes. Encontraron un jefe, capaz y de sangre fría, en el refugiado ruso Miguel Bakunin. He ahí el juicio de Marx sobre Bakunin, a pesar de sus diferencias ideológicas, de contenido más que de forma.

Perdida la revolución alemana, no pudiendo correrla a Bohemia, Moravia y Eslovaquia, por defección del tipógrafo Born, - que se rindió a los prusianos -, Bakunin fue detenido, sucesivamente, por los gobiernos de Sajonia y luego de Austria que, posteriormente, lo entregaron a Rusia, para ser aprisionado y encadenado en la fortaleza de Pedro y de Pablo. Ante la vida, las palabras y los hechos de Bakunin, el ideal del revolucionario es seguir su pensamiento y su acción.

Marx considera que no basta querer que las cosas cambien, sino que estén dadas las condiciones para ello, aunque la revolución es producto de la acción, pues la tienen que hacer los hombres por medio de la violencia. Sin este acto, por más buenas que fueran las condiciones objetivas, nunca se haría una revolución. Derrocar el Poder de una clase dominante es una cto de violencia: la violencia es la partera de la historia cuando una vieja sociedad lleva en su vientre la preñez de una nueva sociedad". A este respecto agrega Marx:

"... que las relaciones sociales, según las cuales los individuos producen las relaciones sociales de producción, cambian y se transforman con la evolución y el desenvolvimiento de los medios materiales de producción, de las fuerzas productivas. Las relaciones de producción, tomadas en su totalidad, constituyen lo que se llama las relaciones sociales, y, concretamente, una sociedad llegada a un estado de evolución histórica determinada, es una sociedad particularmente bien caracterizada. La sociedad antigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa, son tales conjuntos de relaciones de producción, en que cada una designa un estadio particular de evolución histórica de la humanidad" (1).

Esta visión o interpretación de las fuerzas históricas, como proceso dialéctico, era para Bakunin una prueba de la capacidad teórica de Marx, aunque para él éste era más teórico que revolucionario de acción.

Bakunin fue, sobre todo, un hombre de acción, un revolucionario: participó en todas las revoluciones europeas de su tiempo; se lo vio al frente de la revolución de Dresde (1849); se evadió de la lejana e inhóspita Siberia (1861), donde estaba desterrado luego de haber estado encadenado en la Fortaleza de Pedro y Pablo (1854-57); como un nuevo Prometeo, trató de unirse a la insurrección polaca (1863) formando una legión rusa que no pudo llegar a feliz término; procuró en Estocolmo, la intervención de Suecia a favor de Polonia contra Rusia, pero no lo logró teniendo que regresar a Londres. Cuando Garibaldi desencadenó la revolución en Italia, como resultado de su expedición en 1860, Bakunin estaba en Italia, entre 1860 y el otoño de 1867, teniendo a Florencia y Nápoles como centros de conspiración.

En 1864, Bakunin creó en Italia la Fraternidad Internacional o la Alianza de los Revolucionarios Socialistas, que agrupaba a un escogido grupo de conspiradores, de guerrilleros urbanos de varias nacionalidades: rusos, escandinavos, italianos, franceses, belgas, españoles, ingleses, noruegos, daneses y de otros países; estimuló la gran revuelta de los campesinos rusos (1869), con dos manifiestos: "Algunas palabras a los jóvenes hermanos de Rusia" y "La ciencia y la causa revolucionaria actual"; tomó parte activa en la Revolución de 1871 en Francia, sobre todo, en la Comuna de Lyon, donde propuso la creación de un "comité de Salvación de Francia", que llevaba la firma en sus proclamas y programa, de los delegados de Lyon, Saint-Etienne, Tare, y Marsella. La firma de Bakunin, aunque extranjero, iba unida a la de estos delegados; propuso la formación de comités de salvación de Francia en todas las comunas federadas; planteó la creación de una "Convención revolucionaria de salvación de Francia". La traición del general Cluseret y las defecciones de algunos falsos revolucionarios hicieron fracasar la Comuna de Lyon; Bakunin tuvo que huir y refugiarse, clandestinamente, en Marsella, donde trató, inmediatamente, de preparar un movimiento revolucionario.

(1) Marx C., Trabajo asalariado y capital (1849).

Bakunin fue un internacionalista; el primer gran europeo; pues se le encontró en todos los movimientos de liberación de todos los pueblos de Europa. En este sentido, Bakunin reprocha a un amigo: "Tú no eres más que un ruso - le decía a Ogaref -, mientras que yo soy un internacional".

Cuando la Comuna de París (1871) y las comunas departamentales fracasaron, Bakunin dijo amargamente de los franceses: "El pueblo de Francia ya no es revolucionario... El militarismo y el burocratismo, la arrogancia nobiliaria y el jesuitismo protestante de los germanos, aliados tiernamente al "knut" de mi querido soberano y amo, el emperador de todas las Rusias, van a triunfar sobre el continente de Europa. ¡Dios sabe cuántas docenas de años! ¡Adiós a todos nuestros sueños de emancipación próxima!

Bakunin fue un infatigable revolucionario, conspirador permanente, soldado de la revolución social, aunque era hijo de padres burgueses pero de tendencias liberales o "decembristas": la familia Muravief. Este "gran vagabundo" - como llamaba cariñosamente su amigo Herzen a Bakunin - vivió una vida agitada, tensa, tanto en la barricada como en la polémica. Sus enemigos de linea paralela, pero distinta teóricamente en cuanto a ciertos aspectos, difundieron contra él muchos infundios acusándolo de "agente ruso" y otras calumnias. Indignados sus amigos y compañeros, contra sus detractores, hicieron la siguiente declaración:

"Ginebra y Zurich, 4 de octubre de 1872: Se han atrevido a lanzar contra nuestro amigo Miguel Bakunin la acusación de estafa y de chantaje (...). No creemos necesario ni portuno discutir aquí los pretendidos hechos sobre los cuales se creyó poder apoyar la extraña acusación dirigida contra nuestro compatriota y amigo. Estos hechos no nos son bien conocidos, en sus menores detalles, y consideramos un deber restablecerlos en toda su verdad tan pronto como nos sea permitido hacerlo. Ahora estamos impedidos por la situación desgraciada de otro compatriota, que no es nuestro amigo, pero a quien las persecuciones, de que es en este momento víctima por parte del gobierno ruso, nos lo hacen sagrado (se trata de Nechaief). El señor Marx, dle que nosotros no queremos, por lo demás, discutir la habilidad, en esta ocasión al menos, ha calculado muy mal. Los corazones honrados, en todos los países, sin duda, no experimentarán más que indignación y disgusto en presencia de una intriga tan grosera y de una violación tan flagrante de los más sencillos principios de justicia. En cuanto a Rusia, nosotros podemos asegurar al señor Marx que todas sus maniobras estarán siempre condenadas al fracaso: Bakunin es demasiado estimado y conocido allí para que la calumnia pueda llegar a él" (...). Firmado: Nicolás Ogaref, Bartolomé Zairef, Wodemar Ozerof, Armando Ross, Woldemar Holstein, Zemphiri Rally, Alejandro Oelsmitz y Valeriano Smirnof.

Marx intentó desprestigiar a Bakunin, ante la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), insinuando qeu se había servido de maniobras fraudulentas para apropiarse bienes ajenos. Todo ello a propósito de unos 300 rublos recibidos por Bakunin, como adelanto, para la traducción del primer volumen de "El Capital" al idioma ruso, que debería publicar el editor Poliakof. Ello evidencia que, en materia de economía política, de conocimiento del capitalismo, Bakunin no era un idealista, sino un hombre bien informado; pero disentía con Marx en que él era libertario y éste autoritario.

A un siglo de polémica de las desaveniencias de Marx y Bakunin, nuestro tiempo, si bien transcurre todavía en el capitalismo, tiene problemas muy distintos que los del siglo pasado, cuando el trabajo era esencialmente manual, la mayoría de la población campesina, la agricultura primitiva, no mecanizada, las empresas industriales chicas, el proletariado tecnológico muy reducido, los mercados nacionales todavía no absorvidos por el mercado mundial, las universidades escasas, la maquinaria fabril movida por la fuerza del vapor. Hoy, ese mundo del siglo XIX, tiene poca vigencia, salvo en los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina.

En lo esencial, nuestra época está definida por la población urbana, la electrificación, la mecanización de la agricultura, las grandes fábricas con miles de obreros y empleados, el proletariado tecnológico necesitado por la automatización, el mercado mundial (como categoría económica dominante), el patrón-dólar o divisas universales (ligadas a las grandes potenciasd industriales), la economía dirigida, planificada o mixta (ya lejos del liberalismo de la época de Marx), el precio de monopolio y no de competencia; no cumpliéndose así la ley del valor de cambio. Nuestra época está en una civilización planetaria, cuyos signos más salientes son: las comunicaciones electrónicas y los transportes aeroespaciales, la robótica, la energía nuclear, la cibernética, la automatización del trabajo manual e intelectual en muchos dominios de la vida, la astronaútica que reduce la Tierra a un pequeño país, pero todavía estamos divididos en Estados-Naciones.

Como la historia es más sabia que todos los sabios; como la sociedad sólo se plantea lo que puede resolver, ni Marx, ni Bakunin, con su polémica, pueden detener al mundo; definirlo todo; saberlo todo; ambos, a un siglo de distancia de nosotros, son dos grandes clásicos: uno, teórico, otro, de acción. Marx tenía resuelta la revolución en el laboratorio, en la biblioteca; Bakunin la hacía en la práctica. Nosotros debemos estudiarlos a los dos; tomar de Marx el estudio sistemático del capitalismo y de Bakunin, la acción para derrocarlo y resolver sus contradicciones. Hay que resolver esas contradicciones sin quedarse en el laboratorio, en la biblioteca; hay que hacer la revolución en la calle, practicamente cómo la hacía Bakunin: "praxis" coherente de revolucionario que une el pensamiento y la acción; pues, en determinados momentos, no sirven las palabras sino los hechos; la revolución no se hace en el papel sino en las calles y en los campos con una estrategia operativa de guerrillas urbanas y rurales combinadas: sin frentes fijos, sin batallas prolongadas, sin aferrarse a las barricadas, ay que es más importante ganar la población y no el terreno.

No vamos a exponer aquí esa estrategia de la guerra revolucionaria moderna, ya que lo hemos hecho en Teoría de la violencia (1965), Estrategia de la guerrilla urbana (1965), Desafío al Pentágono (1969) y Estrategia de la acción directa; pues sin dominar bien la acción, el revolucionario es derrotado por los gruesos batallones, por los tanques, la artillería, las fuerzas aerotransportadas, las armas sofisticadas.