jueves, 29 de octubre de 2009

Oro, rublo y dólar

Con el patrón-oro tendríamos un módulo de valor y un freno para equilibrar los precios internacionales, corrigiendo así los déficit de las balanzas de pagos exteriores. Estados Unidos está perdiendo en su balanza de comercio exterior miles de millones de dólares por año: varias veces el valor de la producción mundial de oro. ¿Si rigiera el patrón-oro, Estados Unidos no se podría permitir esos déficit que no paga ni le obliga a devaluar el dólar, ya que los dólares que debe a otros países nunca los recupera con oro, por la sencilla razón de según los acuerdos del FMI-, el dólar es igual al oro pero no lo es desde el momento en que tiene una reserva de oro que no cubre ni una ínfima parte de sus obligaciones o deudas internacionales, exigibles en divisas u oro, pero que nunca abona.

No es posible seguir con el juego absurdo de que si el yanqui pierde sus fichas (dólares-papel) les diga a los que jueguen con él que las guarden, pero si éstos las pierden tienen que recomprarlas con oro. Bajo esta ley del embudo, la prosperidad norteamericana no es exclusivamente interna, sino proveniente de la exportación de su crisis a los países acreedores de USA.

Muchos precios internos, en Estados Unidos, aumentaron más del 300%, desde la última devaluación del dólar en 1934 hasta 1960-70, pero esta moneda, absurdamente, seguía valiendo constantemente el mismo peso en oro. Claro, el Tesoro norteamericano quería comprar oro al precio de 1934, pero no lo vendía a ese mismo precio; y para ello, hace que otros países guarden la divisa-dólar, sin pedir nunca a Washington su contrapartida en oro.

La economía norteamericana está hecha de fantasías: unos años más, y todo se irá al suelo, en una crisis económica que lo abarcará todo. Al insistir en la inmutabilidad del dólar, y no aceptar su debida devaluación, su destronamiento en el FMI hace más insostenible e insoportable el imperialismo norteamericano.

Francia, con el gobierno del general De Gaulle, desencadenó la batalla del franco contra el dólar, pero el franco francés era un soldado mal armado contra USA.

La debilidad de Estados Unidos comienza a estar ahora, no en los armamentos, sino en la inconvertibilidad del dólar en oro, por falta de reservas aúreas para recuperar sus deudas externas.

Hay pues que prepararse para que surja una gran depresión mundial, en que Estados Unidos sería su causa eficiente; quizá con esta Gran Crisis surgiría en el mundo un nuevo sistema económico que no tenga necesidad del dólar ni del oro, sino de la armonía de todos los pueblos dentro de una sociedad libertaria, federativa y socialista, en que se integren los pueblos por encima del nacionalismo burgués, de los intereses privados, del imperialismo económico y del hegemonismo, liberándose al mismo tiempo del dólar y del rublo como símbolos de economías imperiales, causantes de las crisis mundiales, de las guerras universales.

El capitalismo liberal, cuando la ley de la oferta y la demanda y la ley del valor de cambio jugaban en el mercado como leyes de su autorregulación económica sin la intervención del Estado; cuando los gobiernos no podían poner moneda en circulación sino en función de la entrada o salida de oro, en más o en menos, según los principios de los puntos de entrada o salida del oro; cuando la competencia mercantil no era limitada por monopolios privados o de Estado; la economía era más diáfana que en nuestra época en que el liberalismo se ha transformado en dirigismo y las monedas de valor efectivo en meros símbolos de papel, monedas-créditos como el DEG del FMI o de cuenta como el ECU de la CEE.

El rublo en su zona de dominación imperial, y en igual medida el dólar en la suya, uno, en el COMECON; otro, en el FMI, hacen la ley y la trampa; sus mecanismos monetarios internacionales crean un neo-colonialismo no menos oneroso que el viejo colonialismo directo ejercido por los viejos imperios. Por otra parte, explotando a los países subdesarrollados o dependientes, ya se trate de Mongolia, en Oriente, o de Latinoamérica, en Occidente, el rublo y el dólar dominan al mundo: uno, hablando de “países hermanos socialistas”; otro, de “democracias occidentales”, de “derechos del hombre”; pero, en realidad, el rublo y el dólar son el exponente del hegemonismo soviético y del imperialismo yanqui. Gracias a estas políticas de dominación, el rublo y el dólar crean relaciones de intercambio injustas para los países sometidos, endeudados en función de esa injusticia, teniendo que aceptar pasivamente el “pacto colonial” con el rublo, en el COMECON, y con el dólar, en el FMI, en el Banco Mundial, en el GATT y en las Naciones Unidas, donde soviéticos y yanquis ejercen el derecho de veto. He ahí la democracia de trocha angosta del Kremlin y de la Casa Blanca; ambos regímenes, uno con capitalismo de Estado y otro, con capitalismo multinacional y monopólico, se llenan la boca de democracia; pero, realmente, ni el hegemonismo soviético ni el imperialismo del dólar son democráticos, sino autocráticos.

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