jueves, 29 de octubre de 2009

BIBLIOGRAFÍA

MUN, T.

England’s treasure by foreign trade. Los mercantilistas hicieron del dinero la medida de todos los valores, el exponente de la riqueza y de la prosperidad. Thomas Mun en el referido ensayo dice:
“Todo el mundo admite que la abundancia de dinero encarece las mercancías nativas”. (Obr. Cit. Pp. 43-44).
Entonces, por consecuencia, una buena parte del dinero debe ser exportado en forma de capital, de inversiones en el extranjero para obtener las ganancias que no puede procurar en su mercado interno. Así se pasaría del mercantilismo al imperialismo.

LOCKE, J.

The Works of John Locke. El filósofo y economista británico considera que el dinero-oro, plata metales preciosos – constituye un depósito de valor:
“El oro y la plata, aunque sirven para poco, comandan, no obstante, todas las cosas convenientes de la vida y por tanto, la riqueza consiste en su abundancia”. (Obr. Cit. Vol.5, p.12).

Siempre, claro está, que no se trate de dinero de papel-moneda insolvente como el marco alemán, en 1923, cuando la circulación llegó a superar 500 quintillones de marcos, o en Bolivia, en 1985, cuando el costo de la vida aumentó el 12.000 por 100.

Pero al considerar como es el dinero, su velocidad de circulación y su apropiada cantidad expresa:

“Esta proporción es difícil de determinar, porque no depende sólo de la cantidad de dinero, sino de su rapidez de circulación. El mismo chelín puede, una vez, pagar a veinte hombres en veinte días, y otra, permanecer en las mismas manos cien días”. (Obr. Cit. Vol 5. p23).

En suma, el dinero como tesoro no produce más dinero si no obtiene interés a préstamo, pero produce ganancias si actúa de capitalista, comprando fuerza de trabajo asalariada o hace de intermediario en el comercio. Sin capitalistas, intermediarios, banqueros, usureros, sin propiedad privada o estatal, el dinero sería medio de cambio estable en una economía autogestionaria.

Para que el dinero no ponga precio a los hombres, haga más ricos a los ricos y más pobres a los pobres; para que sirva a los hombres y no los convierta en esclavos, debe intercambiar los productos del trabajo de los hombres, sin ser asalariados los unos de los otros.

MONTESQUIEU, C.S.

L’esprit des lois. En esta obra más bien de carácter jurídico y político, Montesquieu cree que el oro y la plata miden el valor de las mercancías; pero éstas, a su vez, determinan el valor de los metales preciosos o del dinero:

“Si desde el descubrimiento de las Indias el oro y la plata han aumentado en Europa en una proporción de 1 a 20, el precio de las provisiones y de las mercancías debe haber subido en la proporción de 1 a 20. Pero si, por otra parte, el número de mercancías ha aumentado como de 1 a 2, se desprende necesariamente que el precio de estas mercancías y provisiones, habiéndose elevado de 1 a 20 y disminuido en proporción de 1 a 2, digo que se desprende necesariamente que la proporción es de 1 a 10”. (Obr. Cit. Vol. 2 p.97).

En realidad, el dinero, aún siendo oro o plata no vale siempre lo mismo; aumenta con su escasez y disminuye con su abundancia. Así, por ejemplo, hacia el año 1300 un buey valía en Inglaterra unos 10 chelines; en 1600 su precio había subido a 80; y a comienzos del siglo XX unos 400 chelines; debe ser porque ha aumentado más la productividad del trabajo para extraer oro que para acrecentar la reproducción o cría de ganado vacuno.

HUME, D.

Of Money. Plantea el filósofo, pensando como economista, que la relación entre las mercancías y el dinero determina el nivel de precios:
“…es evidente que los precios no dependan tanto de la cantidad absoluta de mercancías y dinero que hay en la nación, como de las mercancías que vienen o pueden venir al mercado y del dinero que circula. Si se encierra el dinero en las arcas es lo mismo, en cuanto a los precios, como si se lo destruyera; si las mercancías se amontonan en los almacenes y graneros, surge un efecto parecido. Como en estos casos el dinero y las mercancías jamás se encuentran, no pueden afectarse mutuamente”. (Obr. Cit. Pp. 301-2).

En una economía autogestionaria, con propiedad social de los medios de producción y de cambio, con una cierta igualdad entre los hombres, el dinero no podría atesorarse, porque habría igualdad económica, ni emplearse como capital privado o de Estado, para producir plusvalía para la burguesía o burocracia; sería así el dinero auténtico medio de cambio, colocando el capital al servicio del trabajo; así se pasaría del capitalismo al socialismo autogestionario.

DUDLEY NORTH, Sir.

Discours upon trade. Disintiendo con los economistas mercantilistas, sobre el dinero como expresión de la riqueza, Sir Dudley North, precisa:
“Si a alguien se le ocurre convertir toda su fortuna en dinero y mantenerlo inactivo, no tardará en darse cuenta de la creciente pobreza en que cae mientras vive del capital”. (Obr. Cit. Edición 1907, p.24).
Evidentemente, el dinero sólo da beneficio, rentas o ganacias transformado en capital, pagando salarios por menos de lo que éstos producen, comprando a un precio menor para vender a otro mayor, colocando el dinero en préstamo para que produzca un rédito; pero, en suma, el capital vive del trabajo ajeno no pagado bajo un sistema de capitalismo privado o de Estado. En una economía autogestionaria, donde la empresa sea de todos los trabajadores, el trabajo deja de ser asalariado y el dinero on puede convertirse en capital para explotar al trabajador.

LAW, J.

Money and trade considered with a proposal… Fue el primer expositor de la teoría estatal del dinero, cuando dice:
“Para facilitar dinero a la nación se propone respetuosamente que el Parlamento nombre a 40 comisarios”.
(…) “Que los comisarios tengan facultades para emitir billetes de banco; cuyos billetes han de recibirse en pago dondequiera que sean presentados” (Obr. Cit. P. 69).

De esta manera, el Estado, al tener el monopolio de la emisión de dinero, con la inflación de papel-moneda cobra un impuesto indirecto tan grande como desee, poniendo en circulación unos billetes de banco que son un título al portador, un empréstito obligatorio que no devenga intereses. He ahí la causa de las inflaciones monetarias galopantes, en 1923-24, en Polonia, Austria y Hungría; en 1984-85, en Bolivia, Argentina y otros países.

WEATTLEY, J.

Remarks on currency and comerse (1803). De cómo la inflación determina el tipo de cambio de una moneda, John Weattley, dice:

“El curso del cambio es el criterio exclusivo de en qué medida la circulación monetaria de un país ha aumentado respecto a la circulación monetaria de otro”. (Obr. Cit. P. 207).

Si un gobierno abusa de la inflación monetaria, reduce, al mismo tiempo, la paridad de poder adquisitivo de su moneda, entrando en el tobogán de la inflación, hacia dentro y las devaluaciones monetarias, hacia fuera, para ajustar el tipo de cambio. Por eso, en economía, un gobierno puede querer ir a un sitio y las leyes económicas objetivas lo llevan a otro.

FICHTE, J. G.

Grund loge des naturrechts. Para el filósofo alemán el dinero es la mediación entre el Estado, que lo emite y los súbditos que lo reciben a cambio de sus productos:
“Con la emisión de dinero el Estado garantiza que proporcionará al tenedor del mismo, en cualquier momento y a cambio de su dinero, aquellos artículos cuyo goce ha garantizado a todos y a cada uno; pues cada unidad monetaria, en manos de un particular, constituye un signo de deuda de parte del Estado” (Obr. Cit. p. 319).

Una deuda, realmente, que nunca paga el Estado. Por tanto, el dinero le permite obtener impuestos y emitir papel-moneda en contrapartida de nada. Así pueden vivir las burocracias del Estado a expensas de la Sociedad. Hay, pues, toda la razón del mundo para sentirse ácratas como Bakunin, Proudhon, Kropotkin y otros anarquistas que han denunciado al Estado como la fuente de todos los males que padece la sociedad expoliada.

KNAPP, G.F.

Staatkiche theorie des geldes. Para este economista germano el valor del dinero no depende de ningún valor intrínseco del metal precioso, sino de la garantía que le da el Estado:

“Las deudas expresadas en unidades de valor pueden saldarse con piezas grabadas, bien en billetes o monedas, que tienen por ley cierta validez en unidades de valor. Estas piezas se llaman medios convencionales de pago o dinero. La validez es independiente del contenido de las piezas. La ley procede del Estado; el dinero es consecuencia de una institución estatal”. (Obr. Cit. capi I, sec. 2).

En nuestra época, podríamos decir que, gracias al Estado-providencia, a la tecnocracia y la burocracia, a la clase media política e intelectual gobernantes, la teoría estatista del dinero rige tanto en el Oeste como en el Este, pues el Estado-benefactor no podría serlo con monedas dentro del patrón-oro, no estando facultado para emitir papel-moneda insolvente. Pero, a la larga, tanto se usa y se abusa de la plancha de emitir billetes de banco que la inflación acaba con su valor total y con el uso del dinero, como sucedió en Alemania, en 1923; en Bolivia y Argentina, en 1984.
No deja de ser sospechoso que, hasta el presente, se haya preferido fijar el valor de las cosas económicas en dinero y no en el poder adquisitivo de la hora de trabajo. Seguramente, porque gobiernan las burocracias políticas, las clases medias intelectuales que controlan la riqueza, pero que no trabajan. En un socialismo libertario la verdadera medida de valor económico sería el trabajo y no el dinero.

PROUDHON, P.J.

Sistema de las contradicciones económicas. Edit. Americalee. Buenos Aires, 1945. Para Proudhon el dinero es, como cualquier otra mercancía, un signo representativo del trabajo; de ahí deriva su valor común y de intermediario de las mercancías que concurren al mercado. Pero cuando la moneda es inflacionaria, cuando no representa valores reales, cuando la deteriora el Estado, ofrece más dinero, pero menos valor, estafando al trabajador y al consumidor, para financiar el déficit de un Estado caro y malo.

“¿No es verdaderamente de extrañar que se tome abiertamente la defensa del comercio agiotista e infiel, y se ponga al mismo tiempo el grito en el cielo en el cielo al hablar de un gobierno monedero falso que, después de todo, no hace más que aplicar al dinero, el principio fundamental de la economía política, la inestabilidad arbitraria de los valores?. Había de dar mañana la Hacienda Pública 750 gramos de tabaco por un kilogramo, y los economistas todos habían de gritar que eso era un robo; pero si, usando de un privilegio, aumentase mañana la misma Hacienda en 2 francos el precio del kilogramo, lo encontrarían caro, pero nada verían en esto contrario a sus principios. ¡Qué imbroglio el de la economía política!” (Obr. Cit. 95).

Así es la lógica al revés de ciertos economistas: si suben los precios de las mercancías dicen que hay alza de los mismos; pero si se deprecia el poder adquisitivo de la moneda, que es lo que generalmente los hace subir, suelen disimularlo para no acusar a los gobiernos que estafan a sus pueblos con la emisión de dinero inflacionario. Mientras el trabajo asociado con sus medios de producción no gestione directamente la economía, la moneda será una trampa para explotar al trabajador, reduciendo su salario real, con la inflación monetaria. De ahí que el pueblo trabajador no tenga posibilidad de liberación con ningún gobierno de “izquierda” o de “derecha”, sino con el autogobierno libertario en una economía autogestionaria basada en la propiedad social de los medios de producción y de cambio.

MARX, C.

Oevres-Economie. Bibliothéque de la Pleyade. Editions Gallimard. París, 1968. Para Marx, el dinero opera sutilmente entre las personas como una relación entre cosas que se adquieren por medio del dinero.

“El cambio y la división del trabajo se condicionan mutuamente. Como cada uno trabaja para sí y que su producto no es nada para sí mismo, cada uno debe naturalmente cambiar, no solamente para participar en un sistema de producción común, sino a fin de transformar su propio producto en medios de existencia personales. El cambio, en tanto es mediatizado por el valor de cambio y la moneda, supone bien entendido, la dependencia generalizada de los productores los unos respecto de los otros; pero, al mismo tiempo, la completa separación de sus intereses particulares y una división del trabajo social suponen que la unidad y la complementariedad existen, por así decirlo, a manera de una condición natural independiente y exterior a los individuos. La presión generalizada de la oferta y la demanda, que los unos ejercen sobre los otros, es intermediaria uniendo a los individuos en su mutua diferencia”. (Obr. Cit. Tomo II, p. 210).

En ese orden de ideas, Marx estima que la existencia de la moneda es dejada en manos de otro para recibir de él una mercancía. Ahora bien, ¿por qué los hombres dan al objeto (el dinero) la confianza que no se acuerdan entre sí en tanto que personas?
Sencillamente, porque la moneda es una relación económica entre personas, separadas las unas de las otras, por medio del capital social circulando como propiedad individual. Así, el valor de cambio, de unas mercancías respecto a otras, pasa por la forma dinero, porque aparentemente hay una economía social, pero su forma de apropiación es individual (Oeste) o estatal (Este). Y no habrá propiedad social, economía social, desalienación de los trabajadores asalariados, mientras que los hombres se enajenen como cosas vendibles por un salario, ya sea al Estado-patrón o al patrón individual. Sólo una economía autogestionaria, teniendo como infraestructura la propiedad social, podrá desalinear al obrero asalariado de su enajenación en el patrón privado o en el Estado-patrón, lo cual supone realizar la revolución social que derrroque del Poder a las burguesías y a las burocracias.

KROPOTKIN, P.

La conquista del pan. Edit. Domingo Ferrari. Buenos Aires. Sobre el problema del dinero, el individualismo burgués y el Estado, advierte Kropotkin:

“El desarrollo del individualismo, durante los tres últimos siglos, se explica, sobre todo, por los esfuerzos del hombre que quiso precaverse contra los poderes del capital y del Estado. Creyó por un momento – y así lo habían predicado los que formulaban su pensamiento por él – que podía libertarse por completo del Estado y de la sociedad. “Mediante el dinero – decía – puedo comprar todo lo que necesite”. Pero el individuo ha tomado mal camino, y la historia moderna le conduce a confesar que sin el concurso de todos no puede nada, aunque tuviese atestadas de oro sus arcas”. (Obr. Cit. p22).

El dinero de más o de menos, para consumir más o menos que otros, el trabajo intelectual sobrevalorado y el trabajo manual subvaluado, el salario con empresario privado o con el Estado-patrón, bajo el modo de vida norteamericano o soviético, no superan las clases sociales, la injusticia social, la desigualdad entre los hombres, porque el dinero y el Estado son instrumentos de dominación sobre el pueblo trabajador.

KEYNES, J.M.

The general theory of employment, interest and Money. London, 1936. En Keynes, el dinero y más aún la tasa de interés, influyen en la demanda efectiva, la ocupación de trabajadores, sustituyendo, en tiempo de crisis, las inversiones del Estado a las insuficiencias de capital privado, aunque sea a costa de un gran déficit en los presupuestos gubernamentales. Sobre el problema del dinero, Keynes dice:

“Si por dinero entendemos el patrón de valor, resulta claro que no es necesariamente la tasa de interés monetario la que ocasiona el trastorno. No podemos librarnos de nuestras dificultades (como algunos han supuesto) decretando simplemente que el trigo o las casas serán el patrón de valor en vez del oro o la libra esterlina; porque ahora vemos que surgirán las mismas dificultades si continúa existiendo algún bien cuya tasa propia de interés se resista a bajar cuando la producción crezca. Puede suceder, por ejemplo, que el oro continúe este papel en un país que ha adoptado un patrón de valor inconvertible”. (Obr. Cit. p.230).

El dinero que produce dinero, sin trabajo, por medio del interés determina las inversiones en la economía capitalista, de la cual, a pesar de ser un tecnócrata, no se libera Keynes, justamente porque éste no produce sino que disfruta de la plusvalía. En una economía autogestionaria, mientras haya crédito y moneda, producción para el mercado, la tasa de interés sería mínima, con moneda estable, ya que no incluiría ganancias capitalistas, sino únicamente los costos inherentes al capital constante y variable del sistema bancario, liberado de beneficios parasitarios de la burguesía o de la burocracia.

HAYET, F.A.

¿Inflación o pleno empleo? Unión Editorial, S.A. Madrid, 1976. En cuanto al uso y el abuso de la inflación monetaria sólo hay tres posibilidades, para Hayet:

“-Permitir que continúe la inflación declarada a un ritmo creciente hasta provocar la desorganización completa de toda la actividad económica.”

“-Imponer, controles de precios y salarios que ocultarán algún tiempo los efectos de la inflación, pero que llevarán por último a un sistema dirigista y totalitario”.

“-Finalmente, acabar de una manera decisiva con el incremento de la cantidad de dinero, lo cual nos hará patentes en seguida, por medio de la aparición de un fuerte desempleo, todas las malas inversiones del factor trabajo que la inflación de los años pasados ha causado y que las otras dos soluciones aumentarían aún más”. (Obr. Cit. pp. 36-37).

Hayet, en suma, recomienda que los gobiernos no abusen de la inflación monetaria; no se dejen influir por los grupos de presión; pero todo ello es poco viable en una sociedad de clases antagónicas, mientras haya propiedad privada o estatal de los medios de producción. En una economía autogestionaria, con moneda estable, sin rentas parasitarias, sin que ganen unos lo que otros pierden, nadie tendría interés en defraudar con la moneda, obteniendo beneficios con la inflación o la devaluación de la misma, sino en mantenerla estable para que todos los trabajadores y consumidores estuvieran en igualdad de condiciones.

En una sociedad autogestionaria nadie debería beneficiarse con la inflación, sino mantener una moneda estable, pues cualquier manipulación de la unidad monetaria podría destruir el orden económico naciente, cayendo en los viejos vicios del capitalismo privado o de Estado.

FRIEDMAN, M.

Libertad de elegir. Edit. Grijalbo. Barcelona, 1980. Como resumen de este libro, escrito en colaboración con su esposa Rose Friedman, afirma cinco principios sobre la inflación monetaria:

“1. La inflación es un fenómeno monetario debido a un aumento más rápido de la cantidad de dinero que de la producción (a pesar de que, evidentemente, las causas del incremento de la oferta monetaria pueden ser varias).

2. En el mundo actual, el Estado determina – o puede determinar – la cantidad de dinero.

3. Existe sólo un remedio a la inflación: una tasa de incremento menor de la cantidad de dinero.

4. La inflación, para desarrollarse necesita un cierto período de tiempo (medido en años y no en meses); es necesario también que transcurra un plazo determinado para eliminarla.

5. La existencia de unos efectos secundarios desagradables y la eliminación y la eliminación de la inflación es inevitable”. (Obr. Cit. pp. 387-388).

En suma, que la inflación se produce – según Friedman -, cuando la cantidad de dinero aumenta más rápidamente que la de bienes y servicios; cuando mayor es el incremento de la cantidad de dinero por unidad de producción pudiendo ir primero al trote, luego al galope y finalmente a velocidad incontenible.

Pero, en definitiva, la pregunta sobre este fenómeno monetario detestado por todos es ésta: ¿Por qué si nadie la quiere no se la puede superar sino que se la contiene, la reduce o irrumpe inconteniblemente? Por la sencilla razón de que los gobiernos la quieren para otorgar subsidios, cubrir déficit presupuestario, cobrar enormes impuestos indirectos en forma de moneda insolvente y pagar sueldos a una enorme burocracia supernumeraria adherida al Estado-providencia como las lapas o los mejillones. Si hubiera un cambio de sistema económico, instaurando una economía autogestionaria donde todo el mundo trabajara útilmente, sin clases parasitarias, sin propiedad privada o estatal, con propiedad social, la inflación dejaría de ser un problema, ya que en el mercado autogestionario, nadie perdería lo que otro ganaría, sino que todos los bienes y servicios se intercambiarían en su valor-trabajo, sin falsos precios que oculten ganancias.

ANÓNIMO

Manual de Economía Política. Academia de Ciencias de la URSS, Instituto de Economía. México 1956. Para los economistas soviéticos, la URSS se rige por una ley objetiva de circulación monetaria, sin decir cuál ni aportar una prueba objetiva sobre ésta:

“El Estado socialista ejerce la dirección planificada de la circulación monetaria en el país, basándose para ello en la ley económica de la circulación monetaria. La organización planificada de la circulación monetaria permite establecer en la sociedad socialista la proporción adecuada entre la masa de dinero efectivo y la demanda de dinero de la circulación mercantil, y asegura la elevación del poder adquisitivo del rublo”. (Obr. Cit. p.525).

Pero lo real es que en la URSS no hay “sociedad socialista”, sino capitalismo de Estado; el rublo es una moneda inconvertible sin el valor de las euro-divisas, el dólar y el yen; que el rublo dice valer oficialmente más que un dólar en el mercado monetario de Viena, pero se cotiza, en esa ciudad, por menos de medio dólar. Por otra parte, el Estado Soviético usa el rublo como instrumento de dominación económica (asalariación de sus súbditos), para completar así su dominación política.

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