sábado, 19 de septiembre de 2009

MIGUEL BAKUNIN O EL PENSAMIENTO Y LA ACCIÓN

Miguel Bakunin (1814-1876). Aunque hijo de familia aristocrática, habiendo sido oficial de artillería del ejército del Zar, Bakunin, que renunció a este cargo, optó por la filosofía, yendo a Alemania, donde fue discípulo de Fichte (1836), de Hegel (1837) y de Schelling (1840); pero se dio cuenta pronto de que los filósofos alemanes interpretaban el mundo, pero no lo transformaban para hacerlo mejor humana y socialmente.

El principio hegeliano de que todo lo real es racional, incluyendo la racionalidad y existencia del Estado, incluso del Estado absoluto, en el cual queda alienado el súbdito, conduce a un statu quo en que el Estado se coloca sobre la sociedad civil para oprimirla y extorsionarla. Disintiendo con esa visión totalitaria, Bakunin comienza a cuestionar las ideas de dinastía, patria, nación, rey, soberanía del monarca y soberanía de las clases dominantes sobre las clases dominadas. En consecuencia, no puede ser justa una sociedad en la que una pequeña minoría acaudillada por el jefe del Estado, la nobleza, la burguesía, las instituciones jurídicas, religiosas y militares, opriman a la inmensa mayoría de la población constituida por los obreros y los campesinos.

Frente a la oligarquía terrateniente, a la burguesía industrial, mercantil y financiera, a la burocracia de Estado, Bakunin expone con principios de socialismo y federalismo libertarios, la democracia directa de los trabajadores auto-organizados en sus empresas y de los ciudadanos en sus autogobiernos, rechazando a las burocracias y las tecnocracias como substitutas de las viejas clases dominantes, mediante el Estado-patrón o providencial, como lo entendían los partidarios del socialismo estatal.

"Pretender que un grupo de individuos, aun los más inteligentes y mejor intencionados, han de ser capaces de convertirse en el alma, en el pensamiento, en la voluntad dirigente y unificadora del movimiento revolucionario y de la organización económica del proletariado de todos los países es una herejía tal contra el sentido común y contra la experiencia histórica, que uno se pregunta con asombro cómo un hombre tan inteligente como Marx haya podido concebirla". (Obras, tomo IV, pp. 342-43, 72).

Más adelante, Bakunin, adelantándose a lo que sería el modelo de socialismo burocrático, dice: "Pienso que Marx es un revolucionario muy serio, sino siempre muy sincero, y que realmente desea el alzamiento de las masas. Y me pregunto cómo se las arregla para no ver que el establecimiento de una dictadura universal-colectiva o individual, de una dictadura que haría de algún modo las veces de ingeniero jefe de la revolución mundial, ordenando y dirigiendo el movimiento insurreccional de las masas de todos los países tal como se dirige una máquina, que el establecimiento de una dictadura como esa, digo, bastaría por sí sólo para matar la revolución, para paralizar y falsear todos los movimientos revolucionarios".(...)" ¿Y qué pensar de un congreso internacional que en nombre de un presunto interés de esa revolución le impone al proletariado de todo el mundo civilizado un gobierno investido de poderes dictatoriales, con el derecho inquisitorial y pontificial de suspender federaciones regionales e intervenir naciones enteras en nombre de un supuesto interés oficial que no es otra cosa que el pensamiento del señor Marx, transformado en verdad absoluta por el voto de una mayoría ficticia. " (Obras, Tomo IV, pp 72, 315, 349).

Tal es la política de la burocracia soviética, con su doctrina marxista-leninista, con la doctrina de la "soberanía limitada" en los países del COMECON, luego de las represiones ordenadas por el Kremlin en Hungría (1956), en Checoslovaquia (1968) y la invasión de Afganistán (1979). Todo lo cual, sin citar otras situaciones similares, prueba de que Bakunin tenía razón, al proponer un socialismo federativo, libertario, descentralizado, autogestionario, en que el pueblo trabajador y no los dirigentes, los tecnócratas y burócratas, fuera el sujeto de la historia.

Frente a las tesis de los economistas tecnócratas, como Keynes, Schumpeter y Galbraith, en Occidente, o Liberman y cía., en Oriente, y contra el falso liberalismo de Hayet, Friedman y von Mises, es justo y racional proponer la acción revolucionaria para constituir una sociedad diáfana, liberada de la burguesía, la aristocracia, la burocracia y la tecnocracia mediante un socialismo libertario, federativo, autogestionario, basado en la igualdad económica y en la libertad política, sin división del trabajo manual e intelectual. Bakunin previó claramente, en el siglo XIX, que el socialismo administrado por las burocracias y las tecnocracias conduciría a dictaduras, a nuevas formas de capitalismo, con un Estado total, cosa que se produjo, en el siglo XX, en Rusia, donde los patrones privados han sido sustituidos por el Patrón-Estado; la aristocracia y la burguesía zaristas, por la burocracia; la Iglesia, por el Partido único.

Bakunin, anticipándose a lo que sería el Estado marxista-leninista, no como "el estado de todo el pueblo" según la ideología soviética, sino como instrumento de opresión y explotación de los trabajadores, dijo proféticamente!:

"...el Estado no es otra cosa que la garantía de todas las explotaciones en provecho de un pequeño número de felices privilegiados, y en detrimento de las masas populares. Se sirve de la fuerza colectiva y del trabajo colectivo de todo el mundo, para asegurar la felicidad, la prosperidad y los privilegios de algunos, en detrimento del derecho humano de todo el mundo. Es un establecimiento en que la minoría desempeña el papel de martillo y la mayoría el yunque". (Primera conferencia a los obreros de Saint-Imier).

Realmente, con estas palabras, Bakunin pronostica que el socialismo burocrático, que tiene el Estado total como nuevo Dios, es el órgano de poder absoluto de una minoría, en nuestra época de la "Nomenclatura", de los pocos que mandan en la Unión Soviética, que hablando de la dictadura del proletariado han establecido la dictadura de la burocracia: justamente, el Estado no debe estar sobre la sociedad civil; así no se emancipará nunca mientras el Estado sea todo y ella, nada.

En 1873, luego del ensayo de autogobierno de la Comuna de París de 1871, Bakunin plantea que la dictadura transitoria marxista, que media entre el capitalismo y el socialismo, es una argucia política, puesto que tiende a su perpetuación, lo cual se ha demostrado en siete décadas de existencia del régimen soviético.

Según Bakunin, "los marxistas afirman que sólo la dictadura transitoria -la de ellos, evidentemente- puede crear la voluntad del pueblo. Nosotros les respondemos: ninguna dictadura puede tener otro objetivo que el de perpetuarse; ninguna dictadura puede crear y desarrollar en el pueblo que la sostiene otra cosa que la esclavitud; la libertad sólo puede ser engendrada por la libertad".

Las tecnocracias y burocracias de Occidente, siguiendo a economistas como Keynes, Schumpeter y Galbraith, y las "nomenklaturas" de Oriente, que son neo-stalinistas, quieren hacer del Estado-providencia su empresa monopolista de poder económico y político absoluto, a fin de extorsionar el excedente económico al pueblo trabajador, al que hablan de "democracia" y de "socialismo"; mientras, las burocracias políticas y las tecnocracias empresariales viven como "nuevos capitalistas" o como la "nueva burguesía".

El problema esencial en el cambio del capitalismo al socialismo no reside en la propiedad del Estado, de un Estado-patrón que asalaría a los obreros como en la URSS, ya que tanto da sufrir la explotación asalariada de varios patrones que de un sólo patrón: el Estado, que por ser el único empresarioi suprime el derecho de huelga, a fin de aumentar la tasa de plusvalía a niveles que nunca pudieron hacerlo los empresarios privados, teniendo los obreros el derecho de huelga.

El gran problema socio-económico, cultural y científico, en el paso del capitalismo al socialismo, esa etapa de transición durante la cual "el Estado debe revestir la forma de dictadura del proletariado", según Marx y Lenin, es que el Estado burocrático, monopolio del partido único, no perece sino que amplía más su poder absoluto, como ha sucedido en la Rusia soviética, donde los consejos autogestionarios de empresa, las milicias de autodefensa y los soviets (como autogobiernos), han sido sustituidos respectivamente por los directores nombrados por el Estado y no por los trabajadores, por el ejército regular y la policía política KGB en base al desarme del pueblo, por los órganos de poder político autocrático del PCUS.

Bakunin desenmascara al poder burocrático "a la capa más civilizada, superior o acomodada del movimiento obrero, esa capa de obreros casi burgueses de los que precisamente quieren valerse para constituir la cuarta clase gubernamental y que es capaz de verdaderamente llegar a formar una clase si no se la ordena en interés de la gran masa del proletariado-, porque con su bienestar relativo casi burgués, por desgracia no ha dejado de ser profundamente penetrada por todos los prejuicios políticos y sociales y todas las estrechas aspiraciones y pretensiones de los burgueses. Podemos decir que esa capa es la menos socialista y la más individualista del proletariado".

"Por flor y nata del proletariado entiendo, sobre todo, esa gran masa, esos millones de no civilizados, de desheredados, miserables y analfabetos, a los cuales los señores Engels y Marx pretenden someter al régimen paternal de un gobierno bien fuerte". (Obras, tomo IV, pp 413, 414, 72).

Mientras no haya, paralelamente a la revolución social triunfante una revolución científico-tecnológica, un ascenso del pueblo trabajador a las escuelas técnicas y las Universidades, sin excepción para nadie, habrá diferencias entre trabajo manual e intelectual, entre burocracia política y pueblo trabajador, lo cual creará una clase de privilegiados y otra de obreros incultos, asalariados, oprimidos y explotados. Así las cosas, nunca desaparecería la "Nomenklatura": "burguesía roja", surgida de la cuarta clase gubernamental, denunciada por Bakunin en el siglo XIX.

Sin un nivel equitativo de cultura, de educación científica y tecnológica, toda revolución es "elitista" y, finalmente, contrarevolucionaria, como ha sucedido en la Rusia soviética, donde la tecnocracia, en las empresas del Estado, ha sustituido a los empresarios privados, a la burocracia política, a la pequeña y gran burguesía. Así las cosas, el pueblo trabajador, que no accede a las Universidades y Escuelas Técnicas, que se casa entre familias proletarias, mientras la tecno-burocracia se casa y relaciona en su estamento social, crea una sociedad desigual económica, política y socialmente, ya que sus distintos niveles de educación constituyen su separación, siendo unos productores de plusvalía y otros administradores de la misma.

"Me encantan esos socialistas burgueses -dice Bakunin- que siempre nos gritan: "Primero eduquemos al pueblo y luego emancipémoslo". Nosotros, en cambio, decimos: "Primero que se emancipe, y luego se educará solo" (...) Lo dejáis deslomarse en el trabajo y la miseria y encima le decís: ¡Educaos!

"No, señores. Pese a todo nuestro respeto para el gran problema de la instrucción integral, declaramos que no es, hoy, este el gran problema del pueblo. El primer problema es el de su emancipación económica, que necesariamente engendra a la vez su emancipación política y casi de inmediato su emancipación intelectual y moral". (Obras, Tomo V, pp. 162-168, 69).

La verdad es que si los trabajadores se asocian con sus medios de producción en una empresa autogestionaria, como el poder económico pasa del capital privado o de Estado a manos de los productores directos, realizan así su emancipación económica; y en virtud de este mismo acto, alcanzan todas las posibilidades para su educación científica y tecnológica; para su culturización, en un nuevo tipo de empresa que unifique (sin burgueses, ni burócratas, ni tecnócratas) el capital, el trabajo y la técnica en una empresa no antagónica que supere la lucha de clases, realizando la igualdad entre los hombres mediante un trabajo homogéneo. Se superaría así el socialismo burocrático, que distribuye a cada uno según sus obras o por la calidad y la cantidad de su trabajo, por a cada uno según sus necesidades, ya que todos tendrían el mismo nivel, o parecido, de desarrollo cultural, científico y tecnológico, siendo elegidos y elegibles para todos los cargos todos los hombres, en un socialismo libertario.

En la sociedad futura (bajo el signo de la automatización del trabajo manual y mental, cuando ya la ciencia es un factor inmediato de producción, más si cabe que el capital de baja productividad), la socialización de los medios de producción y de cambio no basta sin la socialización del saber, al alcance de todos los hombres, a fin de que lleguemos a la creación de un trabajo homogéneo, permitiendo igual remuneración para todos, ya que sin igualdad económica no hay libertad, igualdad de condiciones, de oportunidades para todos, sin dejar que las tecnocracias y las burocracias se constituyan en nuevas clases dominantes. En este orden de ideas, Bakunin exige, como condición de toda revolución social, no solo la socialización de la riqueza sino la de la educación:

"Socializar el conocimiento -dice- ponerlo al alcance de todos, hacer de toda persona capaz de comprender, analizar y transformar el mundo es la primera tarea socialista, pues permite la liberación de una forma de dominación, la más abyecta; la de los que saben sobre los que no saben".

Emancipar a los trabajadores del sojuzgamiento del capital, pero sin educarlos científica y tecnológicamente a todos y por cuenta de la sociedad, es dejar una revolución social sin completarse, no haciendo, paralelamente, la revolución cultural, la socialización del saber, en las escuelas técnicas, las universidades y en los laboratorios de investigación, en las empresas donde la ciencia es el factor más efectivo de producción mediante la revolución de las computadoras. Así, con la automatización de la producción más la autogestión de la empresa por los productores directos, se alcanza el socialismo libertario o de autogestión. Pues lo que parecía utopía en el siglo XIX, en la época de Bakunin, es una realidad en los finales del siglo XX, bajo el signo de la cibernética, de la energía nuclear, de la astronáutica, de la robótica que permiten, con más fuerzas productivas, la auto-organización de la Sociedad sin el dominio del Estado opresor y explotador.

Poner la ciencia, la técnica, la cultura, la riqueza social en común constituiría la más importante de todas las invenciones del hombre, porque haría posible para él, no sólo el pleno dominio sobre la naturaleza, sino la aventura faústica de la conquista del espacio sideral. Pues solo cuando el hombre vea la Tierra como astronauta, la verá como su verdadero y único país sin naciones-estados, sin guerras ni luchas de clases.

El hombre, dividido en clases antagónicas, en naciones rivales, en propietarios y en proletarios, entre los que mandan y los que obedecen, entre los que saben y son ignorantes, no tiene emancipación posible, sino simplemente reproducir el mito de Sísifo. El hombre ha de tener todas las posibilidades para su liberación mediante un socialismo de autogestión, en el cual el sea el protagonista de todo y no las clases dominantes que se turnan en el Poder de clase.

"Organizad una sociedad de tal manera- dice Bakunin- que cada individuo dotado de vida, hombre o mujer, pueda encontrar medios los más iguales posible para el desarrollo de sus distintas capacidades y para su utilización en el trabajo; organizad una sociedad que, si bien hace imposible que cualquier individuo explote el trabajo de los demás, no permitirá que nadie comparta el disfrute de la riqueza social (siempre producida únicamente por el trabajo)". (Oeuvres, vol. I, pp. 36-59. París. Stock. 1895).

Bakunin desmitificó el socialismo burocrático, semántico, nominal, exponiendo el socialismo libertario, de democracia directa, autogestionario, sin que las burocracias y las tecnocracias sustituyan en el Poder a las burguesías y a las aristocracias, según el modelo de la "dictadura del proletariado" recomendado por Marx y Engels, realizado por Lenin según el modelo soviético, en que el Estado es todo y la Sociedad, nada. Anticipándose a ese modelo, Bakunin advierte sobre los peligros de un socialismo autoritario, de Partido único y Estado total, sin igualdad económica y sin libertad política:

"La igualdad sin libertad - expresa Bakunin - es el despotismo del Estado, y el Estado despótico no podrá subsistir un solo día sin tener por lo menos una clase explotadora y privilegiada: la burocracia, poder hereditario, como en Rusia y China, o de facto, como en Alemania"...(Nettlau, pp. 248, 68).

El despotismo asiático, como modo de producción estatal de los sátrapas, los faraones, los mandarines, los incas, que tuvo esas clases dominantes sobre la base de la propiedad del Estado, realmente se ha reproducido en la Rusia soviética, pasando así de la servidumbre de los campesinos, en el viejo régimen, a la servidumbre de los obreros, bajo los "zares rojos", de los cuales Stalin es el arquetipo de poder totalitario, uniendo el poder espiritual del Partido con el Poder temporal del Estado, algo que no consiguieron ni los faraones.

Tenía, pues, razón Bakunin al hacer una crítica demoledora de la concepción totalitaria y providencial del Estado de Marx, en cuanto a que no era necesaria la "dictadura del proletariado" durante la etapa de transición entre el capitalismo y el socialismo. Si bien Marx, luego de la Comuna de París de 1871, modificó sus tesis de 1848 en el Manifiesto Comunista, ya que en la Guerra Civil en Francia expresa que la Comuna, al fin, era la forma encontrada por la revolución proletaria, de supresión del poder del Estado, de sus burocracias civiles y militares, en base a la liberación del trabajo, creando un "gobierno barato", ejecutivo y legislativo al mismo tiempo.

"A medida que el progreso de la industria moderna desenvolvía, ampliaba, intensificaba el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo - dice Marx -, el poder del Estado tomaba más el carácter de un poder público organizado con fines de servidumbre social , como aparato de dominación" (....).

"Por eso la clase obrera no puede contentarse con tomar la máquina del Estado tal como es y hacerla funcionar por su propia cuenta" (...).

"Una vez abolido el ejército permanente, la policía, instrumentos materiales del poder del antiguo gobierno, la Comuna se dio como tarea romper el útil espiritual de opresión, el poder de los sacerdotes" (...).

"La Constitución comunal había restituido al cuerpo social todas las fuerzas hasta entonces absorvidas por el Estado parásito que se nutre de la sociedad y paraliza su movimiento" (...).

"Era esencialmente (la Comuna) la forma política, al fin, encontrada que permitiría realizar la emancipación económica del trabajo". (La guerre civile en France, en 1871. Editions Sociales, 1953. Pags. 38-45).

Pero la Revolución Rusa de 1917, donde Lenin decía haber aplicado las tesis de Marx con respecto a la Comuna de 1871, rompió el viejo poder del Estado burgués, pero creó, en su lugar, el Poder totalitario de la burocracia soviética. En este sentido, los viejos generales zaristas fueron sustituidos por los mariscales soviéticos, la vieja policía por la KGB, los viejos patrones por los nuevos directores de fábrica y los destierros a Siberia por los campos de concentración, las cárceles y los hospitales psiquiátricos. ¿Por qué? Sencillamente porque un Estado de clase no debe ser sustituido por otro Estado de clase, sino por un autogobierno, en la política, en la auto-administración, y por la autogestión económica, en las empresas, sin entregar el poder de los antiguos patrones a los directores, a la tecno-burocracia. Pues de esta manera el Poder lo único que hace es cambiar de manos de una clase explotadorea y opresora a otra, aunque no sobre la propiedad privada sino sobre la propiedad estatal, dos tipos de propiedad dentro de los cuales el trabajador asalariado es productor para otro de un excedente económico usurpado en contrapartida de nada por el patrón privado o por el Estado patrón.

Para evitar que las falsas revoluciones populares sean monopolizadas por los intelectuales falsamente izquierdistas y, finalmente, éstas se conviertan en contrarrevolucionarias, Bakunin aclara:

"Hace falta comenzar por establecer una distinción bien precisa entre la autoridad oficial y, por consiguiente, tiránica de la sociedad organizada en Estado, y la influencia y la acción natural de la sociedad no oficial, pero natural sobre cada uno de sus miembros".

"La rebelión contra esta influencia natural de la sociedad es mucho más difícil para el individuo que la rebelión contra la sociedad oficialmente organizada, contra el Estado aunque a menudo ella sea tan inevitable como esta última. La tiranía social, frecuentemente aplastante y funesta, no presenta este carácter de violencia imperativa, de despotismo legalizado y formal que distingue a la autoridad del Estado" (...).

"Pero, yo lo repito, la rebelión del individuo contra la sociedad es una cosa muy diferente que la rebelión contra el Estado. El Estado es una institución histórica, transitoria, una forma pasajera de la sociedad, como la Iglesia misma que es el hermano cadete (del Estado), pero no tiene el carácter fatal e inmutable de la sociedad que es anterior a todos los desarrollos de la humanidad y que, participando plenamente de la superpotencia de las leyes, de la acción y de las manifestaciones naturales, constituye la base misma de la existencia humana" (...).

"No sucede así con el Estado; y no vacilo en decir que el Estado es el mal, pero un mal históricamente necesario, tan necesario en el pasado como será su extinción completa tarde o temprano, tan necesario como ha sido la bestialidad primitiva y las divagaciones teológicas de los hombres".

El Estado no es la sociedad, ya que no es más que una forma histórica tan brutal como abstracta: él ha surgido históricamente, en todos los países, del maridaje de la violencia, la rapiña, el robo, en una palabra de la guerra y la conquista, con los Dioses creados sucesivamente por la fantasía teológica de las naciones. El Estado ha sido, desde sus orígenes y lo sigue siendo todavía hasta el presente, la sanción divina de la fuerza bruta y de la iniquidad humana". (Bakunin, Oeuvres, Stock. 1985. Tomo Ipp. 283-287).

La diferencia entre las tesis de Marx y Bakunin sobre el papel del Estado, en el sentido de que el primero lo considera necesario cmo "dictadura del proletariado" y el segundo, como innecesario para la emancipación del proletariado o de los pueblos en general; luego de un siglo de la muerte de ambos, se evidencia que tenía más razón Bakunin que Marx, ya que las revoluciones de modelo marxista-leninista (soviético), todas ellas se han burocratizado, dejando al proletariado como productor de plusvalía, como siervo del Estado, o mejor dicho, de su burocracia totalitaria.

Mientras los trabajadores no sean gestores directos de sus empresas industriales, agrícolas, de servicios sociales y públicos; mientras no participen en los gobiernos como autogobiernos; mientras no sea socializada la defensa como autodefensa popular (no en línea sino en superficie); mientras los trabajadores tengan el trabajo material y los dirigentes el trabajo intelectual; mientras las ciudades sean avanzadas y los campos subdesarrollados; mientras no haya una nueva división social del trabajo en el sentido de que por la ciencia, la cultura y la técnica para todos, todos sepan hacer todo; mientras el Estado burgués sea sustituido por el Estado burocrático; mientras la sociedad no se auto-organice en el sentido de que el pueblo trabajador sea el sujeto activo de la historia y de la política; mientras todo esto perdure, el pobre pueblo no hará más que cambiar de amos y de albarda. A este respecto, Bakunin tenía más clara la idea de emancipación real del proletariado que Marx: "Ya os he dicho - aclara - que dos grandes acontecimientos históricos generaron el poder de la burguesía: la revolución religiosa del siglo XVI, conocida con el nombre de Reforma, y la gran revolución política de 1789-93. He añadido que esta última, realizada ciertamente por el poder del brazo popular, había sido iniciada y dirigida exclusivamente por la clase media. He de probar ahora que es también la clase media la que se ha apoderado de ella exclusivamente". Y nosotros diríamos: la clase media ilustrada, la tecno-burocracia se ha apoderado de la Revolución Rusa de 1917, ya que el Estado es todo y la Sociedad, nada.

Bakunin fue un hombre de pensamiento y acción conjugados; no se limitó a ser un teórico como Proudhon o un investigador como Marx: su "praxis" era la del revolucionario; sabía que el hombre es un productor cotidiano y se define por su práctica; no bastaba para él criticar a la burguesía y, en la práctica, aceptar la vida burguesa; había que hacer la revolución permanente y derrocar del Poder a la burguesía; suplir al capitalismo con el socialismo de autogestión, para acabar con la explotación del hombre por el hombre.

Bakunin llegó a Leipzig en enero de 1849: preparaba secretamente una sublevación popular en Bohemia; contaba para ello con jóvenes eslavos de Praga. La situación era entonces muy revolucionaria en Europa: Venecia se había levantado contra los austriacos. Los húngaros acaudillados por Kossuth, proclamaban su independencia; pero serían después reprimidos por la Santa Alianza, por las tropas rusas.

El 3 de mayo de 1849 estalló en Dresde una insurrección popular. Los insurrectos mantuvieron la ciudad en su poder durante 5 días. Bakunin fue el alma de la sublevación de Dresde; dispuso las medidas de defensa de la ciudad: una red de barricadas contra las tropas prusianas; él fue en Dresde -según todos los comentarios- el espíritu de la revolución; ejerció un terrorismo que difundió el espanto; llegó a recomendar, para defender las barricadas, que se colocaran en ellas obras de arte, para que los prusianos se vieran compelidos a proceder con menos rigor, no empleando a fondo su artillería.

Bakunin, ante fuerzas prusianas muy superiores, ordenó el repliegue a Freiber, el 9 de mayo, pero su intención era exportar la revolución a Bohemia, con el grueso de sus fuerzas insurrectas para provocar, en terreno abonado, una gran insurrección de los checos contra la dominación de Austria; pero Born, uno de los revolucionarios de Dresde, rehusó hacerlo y licenció a sus tropas. Así, pues, Bakunin era un estratega de la revolución permanente, extendiendo la Revolución hacia Bohemia, desde Alemania.

Marx, que nunca fue favorable a Bakunin, lo admira como al revolucionario modelo de Dresde, expresándose así acerca del gran revolucionario ruso:

"En Dresde, la lucha se continuó durante cuatro días en las calles de la ciudad. Los tenderos de Dresde, la "guardia comunal", no sólo no combatieron, sino que en varias cosas favorecieron la acción de las tropas contra los insurrectos. Estos se componían, casi exclusivamente, de obreros de los distritos manufactureros circundantes. Encontraron un jefe, capaz y de sangre fría, en el refugiado ruso Miguel Bakunin. He ahí el juicio de Marx sobre Bakunin, a pesar de sus diferencias ideológicas, de contenido más que de forma.

Perdida la revolución alemana, no pudiendo correrla a Bohemia, Moravia y Eslovaquia, por defección del tipógrafo Born, - que se rindió a los prusianos -, Bakunin fue detenido, sucesivamente, por los gobiernos de Sajonia y luego de Austria que, posteriormente, lo entregaron a Rusia, para ser aprisionado y encadenado en la fortaleza de Pedro y de Pablo. Ante la vida, las palabras y los hechos de Bakunin, el ideal del revolucionario es seguir su pensamiento y su acción.

Marx considera que no basta querer que las cosas cambien, sino que estén dadas las condiciones para ello, aunque la revolución es producto de la acción, pues la tienen que hacer los hombres por medio de la violencia. Sin este acto, por más buenas que fueran las condiciones objetivas, nunca se haría una revolución. Derrocar el Poder de una clase dominante es una cto de violencia: la violencia es la partera de la historia cuando una vieja sociedad lleva en su vientre la preñez de una nueva sociedad". A este respecto agrega Marx:

"... que las relaciones sociales, según las cuales los individuos producen las relaciones sociales de producción, cambian y se transforman con la evolución y el desenvolvimiento de los medios materiales de producción, de las fuerzas productivas. Las relaciones de producción, tomadas en su totalidad, constituyen lo que se llama las relaciones sociales, y, concretamente, una sociedad llegada a un estado de evolución histórica determinada, es una sociedad particularmente bien caracterizada. La sociedad antigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa, son tales conjuntos de relaciones de producción, en que cada una designa un estadio particular de evolución histórica de la humanidad" (1).

Esta visión o interpretación de las fuerzas históricas, como proceso dialéctico, era para Bakunin una prueba de la capacidad teórica de Marx, aunque para él éste era más teórico que revolucionario de acción.

Bakunin fue, sobre todo, un hombre de acción, un revolucionario: participó en todas las revoluciones europeas de su tiempo; se lo vio al frente de la revolución de Dresde (1849); se evadió de la lejana e inhóspita Siberia (1861), donde estaba desterrado luego de haber estado encadenado en la Fortaleza de Pedro y Pablo (1854-57); como un nuevo Prometeo, trató de unirse a la insurrección polaca (1863) formando una legión rusa que no pudo llegar a feliz término; procuró en Estocolmo, la intervención de Suecia a favor de Polonia contra Rusia, pero no lo logró teniendo que regresar a Londres. Cuando Garibaldi desencadenó la revolución en Italia, como resultado de su expedición en 1860, Bakunin estaba en Italia, entre 1860 y el otoño de 1867, teniendo a Florencia y Nápoles como centros de conspiración.

En 1864, Bakunin creó en Italia la Fraternidad Internacional o la Alianza de los Revolucionarios Socialistas, que agrupaba a un escogido grupo de conspiradores, de guerrilleros urbanos de varias nacionalidades: rusos, escandinavos, italianos, franceses, belgas, españoles, ingleses, noruegos, daneses y de otros países; estimuló la gran revuelta de los campesinos rusos (1869), con dos manifiestos: "Algunas palabras a los jóvenes hermanos de Rusia" y "La ciencia y la causa revolucionaria actual"; tomó parte activa en la Revolución de 1871 en Francia, sobre todo, en la Comuna de Lyon, donde propuso la creación de un "comité de Salvación de Francia", que llevaba la firma en sus proclamas y programa, de los delegados de Lyon, Saint-Etienne, Tare, y Marsella. La firma de Bakunin, aunque extranjero, iba unida a la de estos delegados; propuso la formación de comités de salvación de Francia en todas las comunas federadas; planteó la creación de una "Convención revolucionaria de salvación de Francia". La traición del general Cluseret y las defecciones de algunos falsos revolucionarios hicieron fracasar la Comuna de Lyon; Bakunin tuvo que huir y refugiarse, clandestinamente, en Marsella, donde trató, inmediatamente, de preparar un movimiento revolucionario.

(1) Marx C., Trabajo asalariado y capital (1849).

Bakunin fue un internacionalista; el primer gran europeo; pues se le encontró en todos los movimientos de liberación de todos los pueblos de Europa. En este sentido, Bakunin reprocha a un amigo: "Tú no eres más que un ruso - le decía a Ogaref -, mientras que yo soy un internacional".

Cuando la Comuna de París (1871) y las comunas departamentales fracasaron, Bakunin dijo amargamente de los franceses: "El pueblo de Francia ya no es revolucionario... El militarismo y el burocratismo, la arrogancia nobiliaria y el jesuitismo protestante de los germanos, aliados tiernamente al "knut" de mi querido soberano y amo, el emperador de todas las Rusias, van a triunfar sobre el continente de Europa. ¡Dios sabe cuántas docenas de años! ¡Adiós a todos nuestros sueños de emancipación próxima!

Bakunin fue un infatigable revolucionario, conspirador permanente, soldado de la revolución social, aunque era hijo de padres burgueses pero de tendencias liberales o "decembristas": la familia Muravief. Este "gran vagabundo" - como llamaba cariñosamente su amigo Herzen a Bakunin - vivió una vida agitada, tensa, tanto en la barricada como en la polémica. Sus enemigos de linea paralela, pero distinta teóricamente en cuanto a ciertos aspectos, difundieron contra él muchos infundios acusándolo de "agente ruso" y otras calumnias. Indignados sus amigos y compañeros, contra sus detractores, hicieron la siguiente declaración:

"Ginebra y Zurich, 4 de octubre de 1872: Se han atrevido a lanzar contra nuestro amigo Miguel Bakunin la acusación de estafa y de chantaje (...). No creemos necesario ni portuno discutir aquí los pretendidos hechos sobre los cuales se creyó poder apoyar la extraña acusación dirigida contra nuestro compatriota y amigo. Estos hechos no nos son bien conocidos, en sus menores detalles, y consideramos un deber restablecerlos en toda su verdad tan pronto como nos sea permitido hacerlo. Ahora estamos impedidos por la situación desgraciada de otro compatriota, que no es nuestro amigo, pero a quien las persecuciones, de que es en este momento víctima por parte del gobierno ruso, nos lo hacen sagrado (se trata de Nechaief). El señor Marx, dle que nosotros no queremos, por lo demás, discutir la habilidad, en esta ocasión al menos, ha calculado muy mal. Los corazones honrados, en todos los países, sin duda, no experimentarán más que indignación y disgusto en presencia de una intriga tan grosera y de una violación tan flagrante de los más sencillos principios de justicia. En cuanto a Rusia, nosotros podemos asegurar al señor Marx que todas sus maniobras estarán siempre condenadas al fracaso: Bakunin es demasiado estimado y conocido allí para que la calumnia pueda llegar a él" (...). Firmado: Nicolás Ogaref, Bartolomé Zairef, Wodemar Ozerof, Armando Ross, Woldemar Holstein, Zemphiri Rally, Alejandro Oelsmitz y Valeriano Smirnof.

Marx intentó desprestigiar a Bakunin, ante la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), insinuando qeu se había servido de maniobras fraudulentas para apropiarse bienes ajenos. Todo ello a propósito de unos 300 rublos recibidos por Bakunin, como adelanto, para la traducción del primer volumen de "El Capital" al idioma ruso, que debería publicar el editor Poliakof. Ello evidencia que, en materia de economía política, de conocimiento del capitalismo, Bakunin no era un idealista, sino un hombre bien informado; pero disentía con Marx en que él era libertario y éste autoritario.

A un siglo de polémica de las desaveniencias de Marx y Bakunin, nuestro tiempo, si bien transcurre todavía en el capitalismo, tiene problemas muy distintos que los del siglo pasado, cuando el trabajo era esencialmente manual, la mayoría de la población campesina, la agricultura primitiva, no mecanizada, las empresas industriales chicas, el proletariado tecnológico muy reducido, los mercados nacionales todavía no absorvidos por el mercado mundial, las universidades escasas, la maquinaria fabril movida por la fuerza del vapor. Hoy, ese mundo del siglo XIX, tiene poca vigencia, salvo en los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina.

En lo esencial, nuestra época está definida por la población urbana, la electrificación, la mecanización de la agricultura, las grandes fábricas con miles de obreros y empleados, el proletariado tecnológico necesitado por la automatización, el mercado mundial (como categoría económica dominante), el patrón-dólar o divisas universales (ligadas a las grandes potenciasd industriales), la economía dirigida, planificada o mixta (ya lejos del liberalismo de la época de Marx), el precio de monopolio y no de competencia; no cumpliéndose así la ley del valor de cambio. Nuestra época está en una civilización planetaria, cuyos signos más salientes son: las comunicaciones electrónicas y los transportes aeroespaciales, la robótica, la energía nuclear, la cibernética, la automatización del trabajo manual e intelectual en muchos dominios de la vida, la astronaútica que reduce la Tierra a un pequeño país, pero todavía estamos divididos en Estados-Naciones.

Como la historia es más sabia que todos los sabios; como la sociedad sólo se plantea lo que puede resolver, ni Marx, ni Bakunin, con su polémica, pueden detener al mundo; definirlo todo; saberlo todo; ambos, a un siglo de distancia de nosotros, son dos grandes clásicos: uno, teórico, otro, de acción. Marx tenía resuelta la revolución en el laboratorio, en la biblioteca; Bakunin la hacía en la práctica. Nosotros debemos estudiarlos a los dos; tomar de Marx el estudio sistemático del capitalismo y de Bakunin, la acción para derrocarlo y resolver sus contradicciones. Hay que resolver esas contradicciones sin quedarse en el laboratorio, en la biblioteca; hay que hacer la revolución en la calle, practicamente cómo la hacía Bakunin: "praxis" coherente de revolucionario que une el pensamiento y la acción; pues, en determinados momentos, no sirven las palabras sino los hechos; la revolución no se hace en el papel sino en las calles y en los campos con una estrategia operativa de guerrillas urbanas y rurales combinadas: sin frentes fijos, sin batallas prolongadas, sin aferrarse a las barricadas, ay que es más importante ganar la población y no el terreno.

No vamos a exponer aquí esa estrategia de la guerra revolucionaria moderna, ya que lo hemos hecho en Teoría de la violencia (1965), Estrategia de la guerrilla urbana (1965), Desafío al Pentágono (1969) y Estrategia de la acción directa; pues sin dominar bien la acción, el revolucionario es derrotado por los gruesos batallones, por los tanques, la artillería, las fuerzas aerotransportadas, las armas sofisticadas.

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